Mensajes de La Poesía enviados por dita:

¿QUÉ TENDRÁ?

¿Qué tendrá la hija
del sepulturero,
que con asco la miran los mozos,
que las mozas la miran con miedo?
Cuando llega el domingo a la plaza
y está el bailoteo
como el sol de alegre,
vivo como el fuego,
no parece sino qe una nube
se atraviesa delante del cielo;
no parece sino que se anuncia
que se acerca, que pasa un entierro...
Una ola de opacos rumores
sustituye el febril charloteo,
se cambian miradas
que expresan recelos,
el ritmo del baile
se torna más lento
y hasta los repiques
alegres y secos
de las castañuelas
callan un momento...
Un momento no más dura todo;
mas ¿qué será aquello
que hasta da falsas notas la gaita
por hacer un gesto
con sus gruesos labios
el tamborilero?
No hay memoria de amores manchados,
porque nunca, a pesar de ser bellos,
«buenos ojos tienes»
le ha dicho un mancebo.
Y ella sigue desdenes rumiando,
y ella sigue rumiando desprecios,
pero siempre acercándose a todos,
siempre sonriendo,
presentándose en fiestas y bailes
y estrenando más ricos pañuelos...
¿Qué tendrá la hija
del sepulturero?

.............................. .

Me lo dijo un mozo:
« ¿Ve usted esos pañuelos?
Pues se cuenta que son de otras mozas...
¡de otras mozas que están ya pudriendo!...»
Y es verdad que parece que güelen,
que güelen a muerto... ... (ver texto completo)
(1870-1905)

Biografía de:
JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN

José María Gabriel y Galán nació el 28 de junio de 1870
en Frades de la Sierra, pequeño pueblo de la provincia
de Salamanca que en aquellos tiempos formaba parte de
Castilla la Vieja y en la actualidad, Salamanca es una
de las nueve provincias que componen la autonomía de ... (ver texto completo)
MI VAQUERILLO

He dormido esta noche en el monte
con el niño que cuida mis vacas.
En el valle tendió para ambos
el rapaz su raquítica manta
¡y se quiso quitar - ¡pobrecillo!-
su blusilla y hacerme una almohada!

Una noche solemne de junio,
una noche de junio muy clara...
Los valles dormían,
los búhos cantaban,
sonaba un cencerro;
rumiaban las vacas...
y una luna de luz amorosa,
presidiendo la atmósfera diáfana,
inundaba los cielos tranquilos
de dulzuras sedantes y cálidas.
¡Qué noches, qué noches!
¡Qué horas, qué auras!
¡Para hacerse de acero los cuerpos!
¡Para hacerse de oro las almas!
Pero el niño, ¡qué solo vivía!
¡Me daba una lástima
recordar que en los campos desiertos
tan solo pasaba
las noches de junio
rutilantes, medrosas, calladas,
y las húmedas noches de octubre,
cuando el aire menea las ramas,
y las noches del turbio febrero,
tan negras, tan bravas,
con lobos y cárabos,
con vientos y aguas!...
¡Recordar que dormido pudieran
pisarlo las vacas,
morderle en los labios
horrendas tarántulas,
matarlo los lobos,
comerlo las águilas!...
¡Vaquerito mío!
¡Cuán amargo era el pan que te daba!

Yo tenía un hijito pequeño
- ¡hijo de mi alma,
que jamás te dejé si tu madre
sobre ti no tendía sus alas!
y si un hombre duro
le vendiera las cosas tan caras...
Pero ¿qué van a hablar mis amores,
si el niñito que cuida mis vacas
también tiene padres
con tiernas entrañas?

He pasado con él esta noche,
y en las horas de más honda calma
me habló la conciencia
muy duras palabras...
y le dije que sí, que era horrible....
que llorándolo el alma ya estaba.
El niño dormía
cara al cielo con plácida calma;
la luz de la luna
puro beso de madre le daba,
y el beso del padre
se lo puso mi boca en su cara.

Y le dije con voz de cariño
cuando vi clarear la mañana:
- ¡Despierta, mi mozo,
que ya viene el alba
y hay que hacer una lumbre muy grande
y un almuerzo muy rico!... ¡Levanta!
Tú te quedas luego
guardando las vacas,
y a la noche te vas y las dejas...
¡San Antonio bendito las guarda!...

Y a tu madre a la noche le dices
que vaya a mi casa,
porque ya eres grande
y te quiero aumentar la soldada. ... (ver texto completo)
EL AMA Yo aprendí en el hogar en qué se funda
la dicha más perfecta,
y para hacerla mía
quise yo ser como mi padre era
y busqué una mujer como mi madre
entre las hijas de mi hidalga tierra.
Y fui como mi padre, y fue mi esposa
viviente imagen de la madre muerta.
¡Un milagro de Dios, que ver me hizo
otra mujer como la santa aquella! ... (ver texto completo)