"Canales-La Magdalena" Un solo pueblo

- ¿No tienes aún bastante? -dijo en voz muy baja, sonriendo. Sus dientes, con los colmillos
Foto enviada por Coral


El propio vuejo veía muerta la pureza de su hija,
como rosa deshojada que perdió su perfume; veía rota su virginidad, esa flor que muere tronchada siempre por las borrascas amorosas del espíritu; veía el oprobio llenando de sombra y luto su propia vejez; y, al ver que su cuerpo, trémulo ya y escaso de vida, no respondía a aquella ola de sangre que cegaba sus ojos, a aquel grito de venganza que estallaba en su corazón, dejó escapar dos lágrimas de fuego y agitó los labios convulsivamente, como si ... (ver texto completo)
III

El tío Basilio lloraba de despecho. Ahora comprendía la mofa de aquella gente, que escarnecía el nombre de su Magdalena al conocer el sitio por donde su hija arrastraba el velo de su virtud. Ya podían burlarse a su gusto: había razón sobrada para ello. Aquel hombre, cuya disipada existencia era harto conocida de todos, se había llegado también a robar al humilde barquero la única joya del pobre: el honor. ¡Su hija era una de tantas en la lista execrable que podía ostentar aquel bandido!....
Y ... (ver texto completo)
¡A seguirla! ¡A saberlo todo!.... La siguió, y todo los supo. El río había sido una barrera insufuciente para resguardar su honra. Era inútil que el río estuviese por medio: su misma hija utilizaba la barca, como puente móvil, para el paso de su amor.
A bien poca distancia, cada uno en una orilla, esperando los dos la llegada del amante.
- ¡Don Guillermo! -murmuró el tío Basilio, con el corazón henchido de rabia, roto de dolor.-Si, D. Guillermo. Él era....-Y le vió pasar el río con su hija, y, ... (ver texto completo)
El propio vuejo veía muerta la pureza de su hija,
como rosa deshojada que perdió su perfume; veía rota su virginidad, esa flor que muere tronchada siempre por las borrascas amorosas del espíritu; veía el oprobio llenando de sombra y luto su propia vejez; y, al ver que su cuerpo, trémulo ya y escaso de vida, no respondía a aquella ola de sangre que cegaba sus ojos, a aquel grito de venganza que estallaba en su corazón, dejó escapar dos lágrimas de fuego y agitó los labios convulsivamente, como si éstos hubieran querido morder sus propios insultos.
- ¡Granuja! ¡Ladrón!..... ¡Hija infame! ¡Perdida!.... ... (ver texto completo)
Y para terminar, os dejo esta imagen de nuestro querido río Luna. ¡Disfrutarla!

Ya será, seguramente, hasta mañana pues salimos dentro de un ratín para Ponferrada.

Así que.... ¡AMIG@S! que tengáis tod@s: ¡UNA MUY, MUY, FELIZ FIN DE TARDE Y ESTUPENDA NOCHE!

¡VIVA CANALES-LA MAGDALENA!
- ¿No tienes aún bastante? -dijo en voz muy baja, sonriendo. Sus dientes, con los colmillos salientes, brillaron al sol-. Toma, toma....
Le dió con la bota en la espalda. Mi hermano mayor retrocedió un paso y me pisó. Pero yo no podía moverme: estaba como clavada en el suelo. El chico se llevó la mano a la nariz. Sangraba, no se sabía si de la boca o de dónde.