Solamente por razones de ejecutoria, de árbol genealógico para completar la noble solera de los padres del Órbigo, les diré que el Omaña empieza a andar el camino en Murias de Paredes aproximadamente y ya con buenas truchas; en su correr se le incorpora el Urdiales, el Sabugo; festonea Vegarienza; allá a su zurda mano queda Riello y sin prisa, pero seguro y firme va a entregarse al Luna, con una circunstancia terrible, que a la altura de Sacarejo, tenemos simultáneamente himeneo, muerte y nacimiento. De los esponsales del Luna y el Omaña, en envidiable y fértil maridaje, nace el Órbigo que ni siquiera llega a ser menor de edad. Desde que aparece en el mundo ya es un río de categoría. Precocidad.
Tanto del Luna como del Omaña hemos recorrido una estupenda zona pescable con truchas de buena sangre y mejpr comer. Y conste que no olvidamos toda la peripecia de las capturas.

Foto: río Omaña