Y para finalizar, una anécdota de hace años de nuestra comarca Luna-Omaña, "Canales-La Magdalena" Un solo pueblo

Y para finalizar, una anécdota de hace años de nuestra comarca Luna-Omaña.

DIARIO DE LEÓN:

RÍO ARRIBA
El oro de Andarraso
MIGUEL PAZ CABANAS 29/02/2012

Todos estos años pensando que el oro nos lo habían robado los rusos, las fuerzas del mal del imperio soviético y resulta que no, que eran los yanques, y ni siquiera bajo la bandera de una nave pirata, sino de una compañía de resonancias homéricas, Odissey, cuyo nombre evoca el afán de los pioneros y el aplomo de los vaqueros que se fumaban su paquete de malboro a lomos de un appaloosa. Estos corsarios modernos han tenido que devolver las monedas (¿todas?) que almacenaba en su panza Nuestra Señora de las Mercedes (curiosamente yo tuve una vecina tripuda, la señora Merche, a la que también se atribuía una fortuna incalculable), resarciendo póstumamente el honor mancillado de nuestra castigada patria. Lo que intriga a unos pocos, sin embargo, es saber por qué ningún Gobierno español se ha dedicado a buscar por cuenta propia esos tesoros que, por lo que sugieren el Archivo de Indias, descansan a millares en el fondo de los océanos. Se intuye que es una tarea titánica y minuciosa, pero con que aparezca una goleta cada diez años, daría para pagar un buen pellizco de la deuda que tenemos contraída con los pudientes del mundo. Y dada la facilidad con que en este país aparecen los trincones y los apañadores de la Hacienda Pública, no ha de ser tan complejo dar con bucaneros intrépidos que, vestidos con escafandras, se sumerjan en las cálidas aguas de la Bahía de Cádiz.

Siempre nos quedaría, en el peor de los casos, el recurso de venderle la información a unos extranjeros crédulos, como hiciera en los años treinta Jerónimo Martínez, un omañés de Andarraso que metió una pepita de oro en el maletín de un ingeniero italiano que localizaba yacimientos para una empresa inglesa, logrando que dieran por hecho que en aquellas montañas existía una veta hermosa e inabarcable. Cerca de cien operarios tuvieron a sueldo, haciendo puentes y lavaderos, hasta que años después, cansados de rodar por los caminos de Riello, liquidaron el expediente en la Jefatura de Minas. Es este un glorioso episodio de la picaresca leonesa que poca gente conoce, y que convendría recuperar en unos tiempos donde, al menos en esta tierra, siempre parece que son los de fuera los que nos cierran las minas y nos echan de los pueblos.