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Crónica de León:

RIELLO / Tradiciones

“Habrá zafarrón, un mozo ágil, decidido y nada melindroso”

Masiva afluencia de vecinos de Omaña a la tradicional cita de la zafarronada de Riello

F. Fernández / Riello
Hay tradiciones que van más allá de la pura fiesta. Lo que ayer se celebró en Riello fue el carnaval y algo más, el carnaval y las ganas de recuperar historias que siempre han formado parte de la tradición de estas tierras.
No es el carnaval. Al menos, no es solo el carnaval. No ha gozado del eco de fiestas como las de Velilla de la Reina o Llamas de la Ribera, pero goza de la misma raíz, bebe en las mismas fuentes de la necesidad de los pueblos de salir por unas horas de la oscuridad de los días de trabajo a la luz de las fiestas y sus fuegos.
Así lo entendieron ayer los vecinos de muchos pueblos de Omaña y a las siete y media de la tarde ya se concentraron en Riello, unas 500 personas, que son muchas para la despoblación que sufre aquella comarca. 500 omañeses que aplaudieron el pasacalles infantil, quie disfrutaron con las carreras de los guirrios, siempre alrededor de la luz y el calor de la hoguera, y que recuperaron la zafarronada de Riello; pero no a palo seco, ni mucho menos. Primero la regaron con chocolate y para que no faltara algo más sólido y contundente también degustaron las patatas con jabalí, una comida tradicional de esta fiesta y de esta tierra, de cazadores y... (no digo nada que el Seprona todo lo lee).
David Gustavo López ha escrito sobre el origen de esta fiesta y señalaba en un artículo publicado en 1987 en el Boletín de Omaña que “allá por los antruejos, también carnavales, tienen lugar las zafarronadas en las montañas de León, principalmente en la comarca Omañesa. Los chicos de la escuelas, en que los hay de seis a veinte años, para despedir las épocas de alegría y antes que lleguen los días de ayuno y de penitencia, buscan un zafarrón. Este ha de ser un mozo ágil, decidido, nada melindroso, que se viste de pieles de animales con su propio pelo, se tapa la cara con una piel de cabrito con agujeros para la boca y los ojos, se calza de abarcas para correr ligero, se coloca una pretina alrededor de la cintura para meter mucho ruido, coge en sus manos un cachaviello para saltar por ventanas y balcones y un saco de ceniza para diferentes usos”.
Pues eso es lo que ha regresado.