Es primavera amiga mía, es primavera. Hoy estoy para recordar lo que pudo ser y no fue: lo que nació y se acabo días después bajo los chopos del río.
! Hemos pecado!! Hemos pecado! -Repetías el día que yo alumbré tu primera estrella. Sin embargo, decías estar atrapada, que de tu pensamiento me buscabas. pero que no querías caer en "sucias redes". Suena mal esa palabra- tdije- Y de nuevo juntos, buscamos el goce que brinda la vida; es lo que yo te decía entre beso y beso, entre caricia y caricia.
Tu mundo era diferente al mío: mezclabas tus profundas creencias con el amor, pero sin embargo a el te entregaste en el segundo encuetro en cuerpo y alma. Te alumbrabas de otras luces, que yo no acertaba ver, y te decía: amiga mía hay tiempo para todo.
Y me contabas tus sueños. Y acariciabas la almohada, decías: ¡Tambien era pecado acariciar la almohada? Callabas.
Aquel día te negaste a que te desabrochara la blusa. retiraste mi mano. levanté tu falda y te alejaste. La hierba crugía, mientras tu repetías: No quiero pecar. Ya no volviste a mezclar las palabras te amo, con les de he pecado.
Fuera aasi que cogimos caminos distintos; Las cartas hablaban de deseos de amor pero estas se distanciaron por mi parte. No quise herirte, no quise se crel y decirte, que había encontrado la flor que me negabas. Fuiste cruel contigo miasma.
Nos alejamos, nos perdimos en paises distintos de la Europa rica, y muchos años después, el encuentro, Y en el encuentro el amor... pero nada había cambiado: después del acto... te llamé ipocrita, recuerdo. Te enfadaste, nos enfadamos.
Te vi de lejos un día ¿sabes? Sabía que acudías a aquella iglesia. Habían pasado años. había desaparecido tu belleza. Pensé como sería tu soledad, si seguías luchando contigo misma, rechazando la felicidad.
Si agradecerte tus halagos. Si recordare fechas memorables, manteniendo la imagen de niña asustada, entregada después.
Amiga mía, te vi caminar calle adelante, y mientas te perdías entre la multitud, peensamiento me decía si te habías convertido en una viejecita triste... y pensaba en la carta que decía: siento si te he herido. No mujer, no me queda ningún rasguño. tengo bellos recuerdos, los otros no los ensombrecen.
libertad.
! Hemos pecado!! Hemos pecado! -Repetías el día que yo alumbré tu primera estrella. Sin embargo, decías estar atrapada, que de tu pensamiento me buscabas. pero que no querías caer en "sucias redes". Suena mal esa palabra- tdije- Y de nuevo juntos, buscamos el goce que brinda la vida; es lo que yo te decía entre beso y beso, entre caricia y caricia.
Tu mundo era diferente al mío: mezclabas tus profundas creencias con el amor, pero sin embargo a el te entregaste en el segundo encuetro en cuerpo y alma. Te alumbrabas de otras luces, que yo no acertaba ver, y te decía: amiga mía hay tiempo para todo.
Y me contabas tus sueños. Y acariciabas la almohada, decías: ¡Tambien era pecado acariciar la almohada? Callabas.
Aquel día te negaste a que te desabrochara la blusa. retiraste mi mano. levanté tu falda y te alejaste. La hierba crugía, mientras tu repetías: No quiero pecar. Ya no volviste a mezclar las palabras te amo, con les de he pecado.
Fuera aasi que cogimos caminos distintos; Las cartas hablaban de deseos de amor pero estas se distanciaron por mi parte. No quise herirte, no quise se crel y decirte, que había encontrado la flor que me negabas. Fuiste cruel contigo miasma.
Nos alejamos, nos perdimos en paises distintos de la Europa rica, y muchos años después, el encuentro, Y en el encuentro el amor... pero nada había cambiado: después del acto... te llamé ipocrita, recuerdo. Te enfadaste, nos enfadamos.
Te vi de lejos un día ¿sabes? Sabía que acudías a aquella iglesia. Habían pasado años. había desaparecido tu belleza. Pensé como sería tu soledad, si seguías luchando contigo misma, rechazando la felicidad.
Si agradecerte tus halagos. Si recordare fechas memorables, manteniendo la imagen de niña asustada, entregada después.
Amiga mía, te vi caminar calle adelante, y mientas te perdías entre la multitud, peensamiento me decía si te habías convertido en una viejecita triste... y pensaba en la carta que decía: siento si te he herido. No mujer, no me queda ningún rasguño. tengo bellos recuerdos, los otros no los ensombrecen.
libertad.