De pena y tristeza, ver al cromagnon, teorizar sobre...

De pena y tristeza, ver al cromagnon, teorizar sobre la hembra, por despecho y por no reconocer la superioridad intelectual y la capacidad de la mujer, en un contexto que la es desfavorable, que la ningunea y la maltrata, por miedo a que la mujer pierda su miedo. A estas alturas de la historia, hacer reflexiones retrógradas, haciendo alarde de superioridad propia de la soberbia y la ignorancia supina, de una cultura que nos presenta como sujeto vasallo y súbdito, ante los poderosos y fuertes ante los débiles. Somos lacayos contentos con nuestra situación y nos regocigamos de las rebeldias de las mujeres porque empiezan a adquirir conciencia de si mismas, de la condicion a la que son relegadas, de su capacidad y de su fuerza. Ellas nos van a liberar a los demas que estamos en la misma situacion, pero no nos damos cuentas, somos los tontos necesarios en esta socidad que nos dividen y nos enfrentan, por la cultura alienante del poder. Esclavos ante el poderoso y burgues ante la mujer, esa mujer que nos mantiene y nos entretiene, que nos cuida y nos mima, sin cobrar un céntimo, la trabajadora silenciosa, que siempre ha servido al propietario, al patron, cuidando de su mano de obra, y reproduciendola para garnatizarle los esclavos necesarios, sin cobrar un duro, solo desprecios, maltrato y ninguneo del hombre que dice quererla, solo demostrando diariamente quién manda en casa, haciendo de patron, de burgués, descargando sus iras e impotencias, sin ser capaz de su propia alienacion, descargando su rabie e impotencia hacia la mas débil, la que sumisa y resignada durante años vivio sufriendo todas esas vejaciones, una moral nacional catolica que la hacia sumisa, resignada reseñando que tales eran los designios del señor.

La mujer empieza a no tener miedo, y eso es lo que mete miedo, a los que las han venido ninguneando continuamente y a las mentalidades estupidas y necias que no reconocen, que frente a su impotencia e incapacidad, las mujeres estan dispuestas a liberarse ellas de esta cultura y liberar tambien al conjunto de la sociedad. Todos los peyorativos que los trabajadores puedan hacer frenta a la mujer que se rebela, son escupitajos que caen en sus propias bocas