CUENTOS CHINOS...

CUENTOS CHINOS
En mi tierra viví el amor porque me quisieron. Es que mi tierra es especial, pero el problema es que se ha quedado vacía. Algunos habrán podido olvidar, pero yo no lo que aprendí allí, sobre todo bondad y humanidad.
Es que cuando he estado donde vivo y mucho tiempo ya, he visto lo superiores que eran los míos y cómo nos querían, nos cuidaban. Nos permitían, pero a la vez nos educaban en el respeto a los demás y a la naturaleza; porque se vivía de la naturaleza. Y lógico era que había que cuidar lo que te daba de comer.
Pero aquí donde vivo, todo lo contrario. Y no lo entiendo. Luego, pienso que aquello era cosa de mi tierra.
Luego oigo en estos tiempos que vienen los chinos y nos enseñan a vivir de forma natural. Enseñan su cultura ancestral y pienso ¿es que eso no lo teníamos nosotros? En mi tierra siempre tuvimos pocos medios y un médico podía tardar en venir. Mi abuela curaba a la gente con hierbas. Iban a pedirle consejo, cuando tenían alguna dolencia. Manzanilla amarga para limpiar el estómago, agua muy caliente para desinfectar una herida, menta poleo para hacer la digestión, friegas de hierbas para otras dolencias.
Y así, seguramente se funcionaba en otros pueblos. No era curandera, solo una buena vecina que ayudaba cuando se lo pedían y muchos se aliviaron con las buenas prácticas de mi abuela. Aplicaba el sentido común y las recetas que le habían dicho sus mayores en quienes confiaba.
Los chinos hablan de sus mayores pero nuestra cultura les ha desterrado. Y ahora vienen y nos venden la moto que nosotros no quisimos. Y se la compramos, les adoramos y ¡qué tontos somos!
Pero tienen algo de razón que hay que recuperar el amor. A veces pienso que no queremos ni a los nuestros. Nos estorban los hijos, los padres, los abuelos. Les proporcionamos muchas actividades a nuestros hijos, les exijimos lo que no hemos sido capaces de ser nosotros. Y un horario extra, a lo mejor para quitárnoslos de en medio.
A los padres, no les hacemos caso, y a los viejos les llevamos a un asilo para que no nos molesten. Y ya solo nos queda vivir nuestra propia vida. ¿Somos felices después de habernos quitado a todos del medio?
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
! Que grandes verdades, dices, mi estimada alcarreña!! Que cosas tan entrañables brotaban en tiempos dificiles, en aquella tierra abrasada... entonces!! Claro que nos ayidábamos después: no había dinero..."llevo unos huevos a la tienda y llevo para casa unas naranjas, a divicir en mitades, porque poco huevos es igual a pocas naranjas... y esta fruta allí no se cosechaba. me sobran nueces, te las cambio por alubias, porqaue este año, ha sido magra la cosecha:! Si hombre si, te prestaré una fanega ... (ver texto completo)
Carmen -con permiso y sin ánimo de herir- de tu escrito me quedo con las primeras palabras que escribiste: "En mi tierra viví el amor porque me quisieron.."

Dísculpame otra vez; pero éso es una mala (mejor dicho: deficiente) definición, respecto de haber "vivido" el amor: El amor, si recibido y correspondido; se expresa en plenitud... Otra cosa -cual expresas- no es amor y sí (en bastante medida) resignada complacencia...

Quiero suponer -en el fondo- que equivoco el sentido que entiendo, se desprende de tus palabras... Seguramente que "el amor" los viviste en plenitud: Dando y recibiendo.... ¡Verdad..? Pués éso...

Saludos. ... (ver texto completo)