No voy a eliminar el mensaje, por una equivocación, "tardajeño" quería decir. El Nologito, Burgos

No voy a eliminar el mensaje, por una equivocación, "tardajeño" quería decir. El Nologito o a la APP, como la nombró el alcalde, resulta que anunció esto de la luz, y resulta que podía ser un aviso para los maleantes, que si sabían cuando no había luz podrían venir a hacer sus robos a la localidad cómodamente. Bien cierto es que después de anunciarlo la primera vez, ya no lo volvió a anunciar, a pesar que ha habido más cortes de luz en el pueblo. Por algo sería.
Es que veréis, desde Madrid, un simpatizante suyo le decía lo inteligente y buen alcalde que era muy grande por haber comprado ese artilugio tecnológico de primer orden, y yo, vi la necesidad de dar mi opinión, y como era desfavorable me la borró de cuajo. Y claro, que un tipo que vino a Tardajos, y que yo le hubiera presentado como una persona culta, pues desconocía por aquel entonces sus intenciones, viniera ahora a anular mis comentarios lo encontré de lo más mezquino que cabía suponer de él. Entonces, mi máxima ha sido, "no quieres caldo, pues vas a tener mil tazas" porque afortunadamente hay redes, foros sociales y liberad de expresión, que a gala tengo que decir que aquí en Burgos me la ganado a pulso. A base de escritos y cartas. A base de artículos en el Diario de Burgos. Y eso que una vez me multaron por escribir, y le dije al Señor Gobernador de entonces, que se equivocaba, que escribir en España ya no era delito. Me quitó la multa cuando lo comprendió.

También anuncia cuando vienen los de la ITV a revisar los vehículos. Pero es que ya lo saben los propietarios que se les avisa personalmente por carta, y en el cartel de anuncios de la localidad. Entonces, es que no veo útil un artilugio que duplica el gasto, o incluso lo triplica. A ver, ¿y yo no puedo opinar, que esa ha sido mi máxima siempre? Sobre todo desde que los lodos hicieron acto de presencia en nuestros hogares de Tardajos.
Él, por aquel entonces, tan ricamente en su oficinita del banco de Valladolid, Zamora o Portugal, sin acordarse que Tardajos existía. Pero la crisis le hizo volver al pueblo al que venía de vacaciones de niño. Y al primer sitio que vino es al Juzgado de Paz a buscar a sus quintos. Una forma torticera de entablar amistad. Y yo, buenamente haciéndole ese favor.

Después, me tuve que ir a los pueblos de los alredores, a ver si en el primer pleno, los jueces de paz eran relegados como el tema más urgente que deberían afrontar. ¡Y antes de que el plazo de mi legislatura hubiera pasado!. Y vi que en realidad no era el puesto, sino la soltura de mi pluma lo que tanto temía de mi. Pues bien importante me hizo, ya que penarme por escribir a quien yo había presentado en un artículo en el Diario de Burgos, iba a tener un coste también para él.