LA SOMBRA DE LAURA, Burgos

LA SOMBRA DE LAURA

Brota en las aceras
una risa clara, celeste
y una luz intensa
que borra toda sombra;
toda la pena del mundo
en apenas un soplo alado,
pequeño, diminuto.

Es un halo infinito
que flota sobre las risas
de cientos de niños,
sobre los llantos
de cientos de madres
que no verán ya jamás
el crecimiento de sus hijos,
ni tomarán sus manos,
ni verán sus inocentes guiños,
ni acunarán ya más
sus cuerpecitos dormidos.

Pero Laura acompaña ya
a multitud de niños
dándoles lo que ella no tuvo,
hasta el último día: miedo, miedo
con letras gigantes.
Miedo al vecino, al amigo,
miedo al juego y
miedo a uno mismo.
Miedos en telas de araña
que tapizan las calles
de suspiros, de temblores,
de cientos de miradas
buscando, rastreando en el silencio.
¿Dónde están mis niñas?
¿Dónde sus juegos, sus sueños,
los suspiros y las trampas,
las invisibles trampas
con insondables hilos
que dejaron muda
toda una casa,
un barrio, una ciudad,
los pueblos más callados
y España sin aliento.
Fue el brillo ilusionado
que se llevaron de tantas niñas:
Susana, Alicia, Marta, Ana,
Olga, Desirée y otra vez Susana,
Nerea, Anabel, Eva, Iratxe,
de nuevo Laura;
y las niñas de Alcasser.
Tristes pueblos sin sus dorados sueños.
Cientos de crisálidas
de niñas mariposa
que por fin vuelan
surcando cielos infinitos
sobre mares multicolores,
espejo antes de luz y de sonido.
Vuelan donde no cabe
la más leve sombra.
Viajan en un rayo de arco iris
donde no cabe el miedo,
ni la mentira, ni el odio,
donde serán por siempre
eterna primavera.

Sonrisas níveas
para estas tardes frías
donde nos queda la eterna pregunta
del porqué de su ausencia
que nadie ya puede responder
pues ellas se llevaron
las respuestas entre sus alas.

A veces nos envían fina lluvia
de agua adormecida
y temblorosa dicha.
Con ella esparcen el perdón
que se resiste,
porque el odio se aloja
muy dentro de nosotros.
Por eso llueve y debe llover más
para curar los insensibles ojos
que tanto nos dolieron.
Por eso
la sombra de Laura
brota en las aceras,
una risa clara, celeste
y una luz intensa
que borre toda sombra
de pena.