IGNACIO CAMACHO.
La izquierda barrunta la caida del sanchismo y prepara la resistencia cavando un tuner que conduce a los años treinta.
Con dos años de adelanto -o menos si en 2022 se precipitan las elecciones generales-, la izquierda ha empezado a preparar su derrota. La estrategia de deslegitimación de Vox parece algo más que el núcleo de un argumentario de campaña para movilizar el voto: suena a coartada preventiva de una movilización contra la probable mayoría de las derechas.
El bloque Frankenstein huele a oposición y cada vez disimula menos su intención de gestionarla desde la calle. La amenaza explícita formulada esta semana por Yolanda Díaz, trasunto de Pasionaria beatificada por su visita al Papa, apunta a protestas masivas y barricadas de combate, y la reforma de la Ley de Seguridad Ciudadana es un intento de garantizar la impunidad de las brigadas de choque radicales.
La izquierda barrunta la caida del sanchismo y prepara la resistencia cavando un tuner que conduce a los años treinta.
Con dos años de adelanto -o menos si en 2022 se precipitan las elecciones generales-, la izquierda ha empezado a preparar su derrota. La estrategia de deslegitimación de Vox parece algo más que el núcleo de un argumentario de campaña para movilizar el voto: suena a coartada preventiva de una movilización contra la probable mayoría de las derechas.
El bloque Frankenstein huele a oposición y cada vez disimula menos su intención de gestionarla desde la calle. La amenaza explícita formulada esta semana por Yolanda Díaz, trasunto de Pasionaria beatificada por su visita al Papa, apunta a protestas masivas y barricadas de combate, y la reforma de la Ley de Seguridad Ciudadana es un intento de garantizar la impunidad de las brigadas de choque radicales.