Esto que os cuento no es una Historia de mi pueblo, es más bien la cualidad de un personaje muy querido de mi pueblo.
Allá en los últimos años del siglo XIX nació un hombre serio, trabajador, callado al que su madre trasmitió cómo curar las fiebres tercianas (muchos años después le dieron el nombre de paludismo) muy peligrosas y con un índice altísimo de mortandad en aquellos momentos, ignoraban cómo se contraían y en consecuencia cómo curarlas.
A este hombre acudían importantes personajes de la región, grandes terratenientes, médicos, sacerdotes. Habitualmente lo hacían en secreto, no querían que nadie supiera que acudían a él, un simple labrador.
No usaba magia, ni hierbas, ni sanguijuelas ni cataplasmas.
Sólo utilizaba.............
Allá en los últimos años del siglo XIX nació un hombre serio, trabajador, callado al que su madre trasmitió cómo curar las fiebres tercianas (muchos años después le dieron el nombre de paludismo) muy peligrosas y con un índice altísimo de mortandad en aquellos momentos, ignoraban cómo se contraían y en consecuencia cómo curarlas.
A este hombre acudían importantes personajes de la región, grandes terratenientes, médicos, sacerdotes. Habitualmente lo hacían en secreto, no querían que nadie supiera que acudían a él, un simple labrador.
No usaba magia, ni hierbas, ni sanguijuelas ni cataplasmas.
Sólo utilizaba.............