Barcelona: Es un día esplendido de primavera. Las flores...

Barcelona: Es un día esplendido de primavera. Las flores brotan por doquier.
Decidimos subir desde el Mar a Montjuich.
Atravesando la zigzagueante carretera nos vamos por los jardines que la rodean.
Un pequeño arroyo nos acompaña. A veces nos sentamos sudorosos y nos quedamos mirando hacia el bello panorama que dejamos atrás. Junto a nosotros varios parterres de flores de lindos y pintados colores. Abajo la ciudad que alza cientos de agujas mirando a los cielos, que no son más que torres de templos u otros monumentos. Y un poco mas allá el mar. Un mar que hoy está tranquilo, semejando un bruñido espejo de plata.
Barcelona se ve ahora como una sultana recostada a los pies de esta colina llamada Montjuich.

Ya llegamos a la cumbre. Aquí el vetusto castillo, emblema de arcaicos tiempos, al pie del cual los Judíos tomaban sus siestas viendo florecer una de las poblaciones que algún día asombrarían al mundo por su rara belleza. Castillo donde fusilaron a tantos miles de inocentes los milicianos en la pasada guerra mundial.

En los días de niebla se puede ver desde aquí a una Barcelona soñolienta, brumosa y triste, porque Barcelona necesita luz para deshacerse de la polución de tantos vehículos que la cruzan.

Luego bajamos hasta la rambla en bicis alquiladas.
Las Ramblas son amplias, hermosas, llenas de gentes de cualquier parte del mundo.
Las Ramblas de las Flores. Las Ramblas de los Capuchinos, y luego la fuente de Canaletas.
El Puerto, junto a sus torres gemelas, donde es necesario pasar un largo puente de madera para tomar algo en los bares que acuna el mar.

Ciudad febril, donde todos trabajan, donde el ocio no es querido, sino impuesto por algunas circunstancias pasajeras.

Barcelona en medio de dos bonitas montañas: Montjuich y el Tibidabo.
El Tibidabo donde unos propietarios regalaron a Don Bosco todo el terreno que necesitase para construir sus colegios.
Hoy coronada por una gran imagen de Cristo.
En el Tibidabo han estado las primeras atracciones de España, y aun hoy son de ver los columpios que se cimbrean desde allí sobre un gran precipicio desde donde se ve buena parte de la ciudad.
Este es mi pueblo.