Una desconocida asociación, Libertad e Identidad, ha logrado su minuto de fama al conseguir que el Supremo admita a trámite su querella contra Garzón.
¿Que quiénes son? Pues unos demócratas de los de toda la vida. En su web no aparece ningún nombre, pero sí se dejan ver los adjetivos a través de un manifiesto de presentación. Se les podría llamar, ante sus propias palabras, xenófobos: “Nuestro país sufre una masiva invasión de gentes extrañas que amenaza con destruir nuestras señas de identidad, (…) incluso pretenden imponernos otras concepciones de la vida para lo cual no dudan en recurrir a la violencia terrorista”. También se les ve el pelaje golpista: “El Ejército ha quedado descoyuntado y desmoralizado por la acción demoledora de la propaganda pacifista”. E incluso algunas obsesiones falangistas: “Vemos cómo España, desnortada y a la deriva, ha dado la espalda a su propia historia, y con ello a su destino y a su ser más profundo.”
Judicialmente, la decisión del Supremo cambia poco la cosa. Los nuevos ultras compartirán abogado con los antiguos: sólo se suman a la querella de Manos Limpias. Políticamente es otra historia, más cuando se compara el trato exquisito con el que el Supremo recibe a los franquistas con el desprecio con el que responde a sus víctimas. Hace unos días, volvió a negar la voz a las asociaciones de la Memoria Histórica, que intentaron sin éxito personarse. La providencia del juzgado no puede ser más dura y concluye así: “En lo sucesivo, cualquier escrito infundado que remita le será devuelto sin necesidad de nuevo proveído”. Traducido: que no insistan, que ni siquiera se van a molestar en responder.
Estos dos grupos son los que han llevado ante el Tribunal a Garzón.
Estais de acuerdo con ellos?
¿Que quiénes son? Pues unos demócratas de los de toda la vida. En su web no aparece ningún nombre, pero sí se dejan ver los adjetivos a través de un manifiesto de presentación. Se les podría llamar, ante sus propias palabras, xenófobos: “Nuestro país sufre una masiva invasión de gentes extrañas que amenaza con destruir nuestras señas de identidad, (…) incluso pretenden imponernos otras concepciones de la vida para lo cual no dudan en recurrir a la violencia terrorista”. También se les ve el pelaje golpista: “El Ejército ha quedado descoyuntado y desmoralizado por la acción demoledora de la propaganda pacifista”. E incluso algunas obsesiones falangistas: “Vemos cómo España, desnortada y a la deriva, ha dado la espalda a su propia historia, y con ello a su destino y a su ser más profundo.”
Judicialmente, la decisión del Supremo cambia poco la cosa. Los nuevos ultras compartirán abogado con los antiguos: sólo se suman a la querella de Manos Limpias. Políticamente es otra historia, más cuando se compara el trato exquisito con el que el Supremo recibe a los franquistas con el desprecio con el que responde a sus víctimas. Hace unos días, volvió a negar la voz a las asociaciones de la Memoria Histórica, que intentaron sin éxito personarse. La providencia del juzgado no puede ser más dura y concluye así: “En lo sucesivo, cualquier escrito infundado que remita le será devuelto sin necesidad de nuevo proveído”. Traducido: que no insistan, que ni siquiera se van a molestar en responder.
Estos dos grupos son los que han llevado ante el Tribunal a Garzón.
Estais de acuerdo con ellos?