EL PARTO DE LA DAMIANA...

EL PARTO DE LA DAMIANA
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Decían los más viejos del pueblo que aquello 0currió sobre el año treinta del siglo pasado.
Ahora los mozos y los chicos de los pueblos con los medios que hay de radios,, televisión y muchos ya manejan el Internet, no tienen problemas.
Pero por aquellos años tenían que inventarse las diversiones y hacer de las cosas pequeñas algo muy grande.
Un día había reunidos varios chicos que eran muy jóvenes y hablaban de todo lo que se refería a la aldea, ya que los demás sucesos no llegaban al pueblo, igual que no llegaba el pan de trigo, o incluso el vino, en muchos pueblos del Norte de España, mayormente bebían mucha sidra.,…Bueno; pues hablaban de que la Damián estaba de parto esta noche.
Y decía Juanín, yo he visto parir a los animales, pero nunca a las personas. Dicen que las mujeres que chillan mucho.
Y sin pensarlo mucho se fueron llegando a la ventana de la Damiana, y aunque no era nada correcto, todos querían escuchar por fuera de la reja,
sobre todo Juanín que metió la cabeza y después no pudo sacarla, ya que tenía unas orejas, que eran como soplillos,
Dentro se oían los gritos de la Damiana y de la improvisada comadrona (en la mayoría de las aldeas lo que había era alguna parturienta) ¡Venga aprieta que ya Sale!
Y fuera, en la reja lo mismo, ¡Apreta que ya sale media cabeza, pero siempre faltaban las orejas.
Dentro se oía,, tienes que ayudar, tu aprieta lo que puedas para poder coger la cabeza.
Fuera se escuchaba; como no aguantes un poco el dolor te vamos a desorejar, si no nos ayudas. Como el parto se retrasaba y fuera no terminaban de sacar la cabeza de Juanín, optaron por ir a buscar al médico y creo a los civiles.
Largos años se comento el suceso, pues decían. que parecía que habían tenido que asistir a dos partos, el de la Damiana con muchos chillidos y que tuvo un niño muy bonito, con unas orejitas preciosas.
Y el del Juanín, que quiso saber lo que era un parto, y lo tuvieron que sacar como con forces de dentro de aquella reja, pero con las orejas del color de las morcillas..

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Manuel DE VIEGU