HISTORIA DE LOS HERMANOS CARVAJALES
MARTOS
Corría el mes de agosto de 1304, cuando el rey Fernando IV se encontraba en Martos, para apoyar a las tropas que sitiaban Alcaudete, cuando presentaron ante él a dos jóvenes de la Orden de Calatrava, Juan Alfonso de Carvajal (ballestero mayor del rey) y Pedro Alfonso de Carvajal, acusados de asesinar en Palencia al hombre de confianza y privado del rey, don Juan de Benavides. La familia de los Carvajales siempre estuvo en discordia con la de los Benavides.
El rey de carácter violento se dejó aconsejar por los difamadores y sentenció a los hermanos arrojándolos desde lo alto de la Peña de Martos metidos dentro de una jaula con hierros punzantes en su interior.
El rey que contemplaba la ejecución al borde del despeñadero pero, cuando la jaula estaba dispuesta para rodar, los dos hermanos, sabiendo que eran inocentes, dijeron al rey: “No olvidéis estas palabras: A Dios ponemos por testigo de que somos inocentes, mas quedas emplazado ante su Santo Tribunal en el plazo de un mes. Allí te esperaremos para que juzgue tu crimen”.
Entonces la jaula echó a rodar hasta el sitio que en Martos se conoce como “Las Tres Cruces“, siendo “la Cruz del Lloro” el lugar desde donde los marteños contemplaron el cruel suceso.
Pasaron algunos días y el rey cayó enfermo, por lo que tuvo que regresar a su palacio en Jaén (actual edificio de la Diputación). Cada día que pasaba estaba más enfermo, pero inexplicablemente, el mismo día en que se cumplía el plazo dado por los hermanos Carvajal, amaneció totalmente curado y con ganas de comer. Así lo hizo: comió, bebió y echó sus siesta, de la que nunca despertó. Era el día 7 de Septiembre.
En la Iglesia de Santa Marta, en la nave de la derecha, se ve en la pared el nicho donde al parecer están enterrados los restos mortales de los dos hermanos.