VALENCIA Y YO...

VALENCIA Y YO
Tengo yo un cariño especial por esta ciudad, y por sus gentes, porque la encuentro muy parecida a nuestra Andalucía y porque además de ser una ciudad muy monumental tiene también un aire campero, huertano, que me atrae y se asemeja al de mi tierra, al de mi pueblo, donde en vez de naranjos cultivamos olivos, y donde también el agua de nuestras fuentes lanza a las huertas el sobrante de sus manantiales para poder regar esas tierras de la Aldea y de la Ribera que, en otros tiempos, fueron una muy importante fuente de ingresos pues nuestros huertanos se trasladaban a Martos y Torredonjimeno para vender sus frutas y verduras a nuestros vecinos mas inmediatos.
Y si esto no fuera aliciente suficiente para que yo quiera a Valencia, resulta que allí tengo yo a mis hijos César, Sonia y a su familia, tres hijos maravillosos, que nos obligan a ir por allí con frecuencia para disfrutar de su cariño y de su compañía, y que han conseguido que nosotros conozcamos a Valencia y a los valencianos de una forma más directa y más intensa.
Hay algo de allí que no me gusta, y tengo que decirlo, son sus petardos, sus tracas, su constante ruido sobre todo en la época de fallas, y en general durante todo el año, aunque ahora llevamos un descanso en este sentido debido a esta maldita pandemia, que hacen que los no nativos nos sintamos con frecuencia sobresaltados por ese gusto al ruido y al olor a pólvora que tanto caracteriza a todos los valencianos. Mis nietos, que por supuesto lo son, cuando tenían dos años ya andaban tirando sus petardos por aquellas plazas y parques, disfrutando del ruido como buenos valencianos.
Pero quitado esto, que es pura esencia tradicional e histórica, Valencia es todo un vergel, un canto a convivencia, a la alegría y a la participación ciudadana, haciendo de la música un factor primordial en fiestas y celebraciones que uniendo a eso el arte sigularísimo de los maestros falleros que lo impregnan todo de sátira, de humor y de crítica, y que cada año nos sorprenden dían con esas plantás falleras, únicas en el mundo, que son el orgullo y la pasión de todos los valencianos. Que suponenn un gesto de renovación y de superación, y due son quemadas cada día de San José para iniciar al día siguiente la preparación y elaboración de las fallas del año siguiente.
A mi me encanta Valencia esa tierras de las flores, de la luz y del amor. Viva la Virgen de los Desamparats. El Turia y la Ciudad de las Artes y de las Ciencias. Y viva el Miguelet, las torres, los puentes y la plaza de toros. Ah, y sus naranjas.