EL GAAZPACHO ANDALUZ...

EL GAAZPACHO ANDALUZ
Es el plato más representativo de la cocina andaluza y en la actualidad se ha convertido en un plato internacional que se hace de muy diversas formas pero el original, el auténtico, el verdadero, era el que hacían nuestras madres en nuestras casas cuando todo había que elaborarlo a mano y cuando el frigorífico solo existía, hipotéticamente, en los caños de la Fuente de la Negra que en verano nos brindan ese frío natural, de su manantial, que no tiene parangón en ninguna otra fuente de las que yo conozco.
El hacer el gazpacho, como todo, ahora se ha simplificado con las batidoras que permiten echar todos los ingredientes juntos dar al botón y en unos cuantos segundos ya está listo todo para sazonar, ponerle la guarnición, el agua fría y el hielo y a servir.
Antiguamente todo era más complicado pero no por falta de máquinas o de técnica aquel gazpacho era peor, al contrario, aquél era mucho más sabroso, más natural y se hacía con esfuerzo pero con todo el cariño del mundo.
Era corriente que los niñas o niños de diez o doce años echasen una mano en la cocina y preparasen la masa inicial que es la base de ese plato, para lo cual seguían las instrucciones y la dirección la madre o hermana mayor que eran las que te enseñaban.
Se cogía un dornillo de madera y un majilote, llamado así en Fuensanta, que es el mango de madera para majar, se echaba un puñadito de sal unos ajos, a gusto de a familia, y se majaba un rato hasta que a la mezcla estuviese todo triturada, entonces se le añadía un poco de aceite de oliva y se daban vueltas y vueltas con la mano al majo hasta que se obtuviese una masa compacta cosa que se lograba tras ir añadiendo, poquito a poco, aceite a la masa. Una vez conseguido, cosa que nos es muy fácil porque hay que mantener siempre el mismo sentido del giro, pues si este se alterna entonces la masa se estropea, se le añade el vinagre, se diluye la masa, se pone el tomate, el pimiento, el pepino,, todo muy picadito, ya se echa el agua necesaria y se comprueba la sazón, y se sirve.
Entonces había que ir corriendo a la Fuente de la Negra a por su agua helada y utilizarla para ese gazpacho que era el postre final de la comida. Se le podía añadir pimiento rojo en polvo para colorearlo, habas o trozos de manzana, pan, según el gusto, y era un alimento muy nutritivo y muy refrescante para las altas calores veraniegas. Una delicia al principio o al final del almuerzo.