ERA UN DÍA DE INVIERNO...

ERA UN DÍA DE INVIERNO
En un pueblo de la Castilla Profunda, donde los vientos del norte eran temidos, las heladas nocturnas se contaban por meses, y cuando caía agua nieve era el invierno a tope, Aquel día del mes de enero de hace muchos años, el cielo se puso oscuro, y el viento del norte se hacia cada vez más fuerte y temido, las gentes de la agricultura decidieron marcharse a sus casas, y al llegar al pueblo caían los primeros copos de nieve sobre las orejas de burros y acémilas, y el suelo se parecía a una alfombra mágica de pista de hielo, las gentes se refugiaban en sus casas, alrededor de las cocinas de campana, donde la leña de sarmientos y pinos hacían sus ascuas para los braseros, las casas cerradas a tope, con todos los animales refugiados en sus cuadras o gallineros, los pozos de agua de las viviendas eran donde sacaban agua para animales y personas, y hasta las cuerdas de esparto y poleas se helaban de la baja temperatura, las bodegas subterráneas se mantenían en los 14, grados, el pueblo tenía muchas bodegas con recorrido casi kilométrico, pero sus casas de adobe casi todas con sobrado, donde se guardaban herramientas de trabajo, y sobre su suelo la paja de cereales para impedir el frío tan duro de aquella comarca, aquel temporal duro una semana, que allí llaman de perros o tiempo crudo, Las gentes tenían sobre sus aceras de cantos, como unos 20, centímetros de nieve congelada, que hacía imposible salir de las casas, las gentes se alimentaban de comida de cerdo, que tenían en sus casas de las matanzas de dicho animal. Tan solo salían de su domicilio para ir a la panadería, o como mucho a la tienda de alimentación, y salían los hombres con calzado de botas de hebillas, y algunos con los ligues de cuero hasta las rodillas, eran jornadas que mejor no pasarlas, las bocas de los tejados, salían chupetes de hielo colgando, que duraban varios días, había personas que se tiraban en sus camas muchas horas, ya que solo su trabajo era alimentar a las acémilas o burros en sus cuadras, y llevarles un cubo de agua para beber, ya que los corrales eran una pista de hielo, y salir de dentro de las cuadras era peligroso, Los vecinos estaban en el mismo pueblo, pero no sabían nada los unos de los otros, ya que entonces no existía el teléfono, eran tiempos duros invernales, eran otros inviernos de los de verdad. G X Cantalapiedra. 2- 3 – 2024.