ESPERANDO A LA ESPERANZA...

ESPERANDO A LA ESPERANZA
Aquel hombre cargado de años, quizá más de sesenta, esperaba ansioso poder ver a la que fue su novia en el Burgo de Osma, en su tiempo de juventud, parece ser que este hombre alguien le comunico que su antigua novia había enviudado, y con la esperanza de poder verla y hablar con ella, se marchó hasta esa ciudad soriana, donde en agosto todo es posible, ya que muchas personas de aquella zona cogen sus vacaciones para pasar por allí las fiestas de La Virgen del Espino, y San Roque. Este hombre soltero quería iniciar un nuevo compromiso, intentando poder hablar con la que fue su novia de joven, todo parecía normal, todo menos que aquella mujer estando viuda volviera a su tierra, el hombre un poco desilusionado y sin ganas de nada, se vio solitario y sin poder contar su propósito de encajar en una nueva vida, Agosto de aquel año se fue marchando, incluso los ríos como El Abión se quedaban sin agua, solo El Río Ucero continuaba llevando caudal, aunque muy poco, ya que en esa época ni tormentas hubo, el hombre aquel todos los días se daba su paseo por la Calle Mayor, y demás vías principales del Burgo, incluso llegó a ir hasta Osma, para cambiar de destino, más todo fue igual, se notaba solo cada día, y sus esperanzas se iban volando. Como diría un castizo del Burgo, se le ha pasado el arroz, Así este hombre se paso todo el mes de agosto buscando lo que hacía tanto que no veía, Una mujer que le entendiera, y que estuviera dispuesta a ser su esposa, El mes de agosto terminó, y sus esperanzas se murieron, aunque un amigo de este hombre se preocupó de buscar su teléfono, para que pudiera comunicarse con ella, Pero de nada le sirvió, solo consiguió hablar con ella, para recibir un no absoluto a sus pretensiones, y además echarle en cara lo que hizo de joven. Diciéndole. “Se te acabo tu tiempo, pudimos haber sido felices, hoy lo mejor será para los dos el máximo olvido, yo por mi parte te tengo olvidado, hasta nunca”. El hombre desde su lugar de vida de soltero se quedó desilusionado, sin comentar a nadie su fracaso amoroso, que según la que fue su novia lo tenía merecido. HAY VECES QUE EL TIEMPO ACTUA DE JUEZ… G X Cantalapiedra.