Recuerdo cuando era niña, de eso mucho tiempo “há,”...

Recuerdo cuando era niña, de eso mucho tiempo “há,” Desde primero de enero ya le teníamos preparado el pienso para los camellos, pues le cogíamos a mi padre un poco de la cebada que le ponía al mulo, y un poco de heno, y para los Reyes le guardábamos unas nueces y castañas, pues mi madre decía que aquello les proporcionaba calorías para que no tuvieran frio.
La noche de reyes siempre estaban los tejados llenos de hielo y escarcha, nosotros pensábamos que si subían al tejado para entrar por la chimenea se iban a resbalar y se harían daño, y para facilitarles la entrada, dejábamos la ventana un poco abierta sin que mi madre se enterara, pues con el frío que hacía, no sé cómo no cogíamos una pulmonía, pero todo lo aguantábamos con tal de que pudieran entrar.
Cuando nos levantábamos salíamos corriendo a mirar dentro de las botas que habíamos dejado en el pasillo, poníamos las botas porque pensábamos que como eran más grandes que las zapatillas allí dejarían más cosas, pero casi siempre era lo mismo, una cajita de anguila dulce con los confites dentro, y, unas mariquitas de papel, y para mis hermanos, una peonza, un tirachinas, ó un aro.

Cuando le decíamos a mi madre que habíamos pedido una muñeca de verdad, solía decirnos, hijas, eso será porque no hacéis la letra clara, y los reyes no la entienden, a lo mejor cuando escribáis más claro os la traen. Y cuando fuimos un poco más grandes, nos traían un estuche con lápices y pinturas para el colegio que compartíamos las hermanas.
Ahora cuando veo a mis nietos con las últimas tecnologías en maquinitas y móviles, que apenas le dan importancia, pienso que nosotros éramos más felices con aquellos regalos, pues eran en dos ocasiones al año en la que recibíamos regalos, el día del cumpleaños, y en reyes. Ellos los tienen todos los días, tal vez por eso no le den tanta importancia.
Espero y deseo, que en este día a nadie le falte un regalo aunque solo sean, SALUD, ILUSIONES, Y FELICIDAD.