EN AQUELLOS TRISTES DÍAS....

EN AQUELLOS TRISTES DÍAS.
Eran años de problemas con muy poquito dinero,
aquel hombre en sus esquemas quiso ser aventurero,
Las aventuras terminan con el paso de la vida,
y mientras tanto se arriman a lo que es la despedida.
En sus noches tenebrosas de hospitales y lamentos,
quiso sentir ciertas cosas para aliviar sufrimientos.
Volver de nuevo a su tierra para recordar su infancia,
y pensar que allí se entierra mucha sufrida ignorancia.
Pero la muerte nos llega sin avisar de su prisa,
y su manto lo despliega con la más penosa brisa.
En el hospital de turno le comentó la enfermera,
“tengo trabajo nocturno no quiero verte siquiera”
El hombre miro de frente sintiendo una voz lejana,
de pronto pensó la mente que le llamaba su hermana.
Dejo de sentir ausencia en aquella madrugada,
y notó que su conciencia sobre la mar navegaba.
La noche se fue pasando y la enfermera pensaba
que aquel enfermo callando la muerte le acompañaba.
La enfermera le nombraba dándole golpes de alivio,
y su corazón marcaba el final de aquel delirio.
Su mente se fue volando queriendo vivir de nuevo,
más la muerte fue callando el precipicio del vuelo.
La enfermera comentando a quien le toca este muerto,
y una voz fuerte clamando sonó como en el desierto.
¿Dios mío ya se ha marchado se fue camino del cielo?,
siendo un hombre recordado en este sufrido suelo.
Le quieren amortajado y llevarle al cementerio,
más un hombre relajado habló con acento serio,
Iremos al tanatorio entre suspiros eternos,
luego se ira al crematorio pero nunca a los infiernos.
Más tuvo un sueño clavado que nadie le dio consuelo,
y en el momento nombrado aquello fue su gran vuelo.
Las campanas van sonando repicando su lamento,
por detrás dejan llorando a familiares del muerto.
En esta historia nombrada nunca estuvo solo el muerto,
y su ceniza fue echada por la Ermita de su pueblo.
Que repiquen las campanas que al recordarle yo tiemblo
existes tristes mañanas en las gentes de aquel pueblo.
Los silencios quedan rotos en aquel lugar de muertos,
comentaran los devotos “la muerte nunca da aciertos”.
G X Cantalapiedra.