COPLAS QUE SE CANTABAN ANTAÑO POR SAN ISIDRO:
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San Isidro labrador, como patrón de Madrid, se vino a Torrelaguna, donde aquí pudo elegir la mujer de su fortuna.
Era María Toribia, una chica guapa y bella que vino a T orrelaguna a servir como doncella.
Por sus buenas actuaciones San Isidro labrador la eligió por compañera y con ella se casó.
Este humilde matrimonio pasaron a Caraquiz y vivieron largo tiempo humildes sin discutir.
María de la Cabeza el Jarama atravesaba hasta llegar a la ermita donde ella humilde rezaba.
Con su aceitera en la mano y su tizón encendido pasaba por las mañanas por todo el huerto vecino.
Cuando llegaba a la ermita de la Virgen La Piedad, la alimentaba la lámpara y se ponía a rezar.
San Isidro, que ignoraba cómo pasaría el río, un día la vigiló entre terreces metido.
Cuando la vio regresar, tendió su manto en el agua y por encima del manto paso a paso le pasaba.
Sorprendido se quedó de tan grandioso milagro, y dando gracias a Dios, a Caraquiz regresaron.
San Isidro el labrador por sus buenas cualidades le hicieron el mayoral entre todos los gañanes.
El glorioso San Isidro, cuando salía a labrar, dejaba la yunta a un ángel y se ponía a rezar.
Al ver eso los criados le tomaron tal envidia, que con cuentos muy chismosos al amo le malmetían.
Pero un día San Isidro reunió a los criados y su pioial repartió el piojal eran garbanzos.
Desde allí se fue a la era la misma paja alveló y sacó tantos garbanzos como el día anterior.
Al ver eso Iván de Vargas le suplicó a los criados que respetaran a Isidro y guardaran sus mandatos.
A otro día caluroso, cuando la sed se abatía, pegó con los gavilanes y brotó una fuente fría donde beben los galñanes.
A este humilde matrimonio su hijo al pozo cayó y el agua a gorgorotones sano y salvo le flotó por sus ruegos y oraciones.
Labriegos de Caraquiz, que labráis las mismas tierras, imitar a San Isidro y obtendráis buenas cosechas.
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San Isidro labrador, como patrón de Madrid, se vino a Torrelaguna, donde aquí pudo elegir la mujer de su fortuna.
Era María Toribia, una chica guapa y bella que vino a T orrelaguna a servir como doncella.
Por sus buenas actuaciones San Isidro labrador la eligió por compañera y con ella se casó.
Este humilde matrimonio pasaron a Caraquiz y vivieron largo tiempo humildes sin discutir.
María de la Cabeza el Jarama atravesaba hasta llegar a la ermita donde ella humilde rezaba.
Con su aceitera en la mano y su tizón encendido pasaba por las mañanas por todo el huerto vecino.
Cuando llegaba a la ermita de la Virgen La Piedad, la alimentaba la lámpara y se ponía a rezar.
San Isidro, que ignoraba cómo pasaría el río, un día la vigiló entre terreces metido.
Cuando la vio regresar, tendió su manto en el agua y por encima del manto paso a paso le pasaba.
Sorprendido se quedó de tan grandioso milagro, y dando gracias a Dios, a Caraquiz regresaron.
San Isidro el labrador por sus buenas cualidades le hicieron el mayoral entre todos los gañanes.
El glorioso San Isidro, cuando salía a labrar, dejaba la yunta a un ángel y se ponía a rezar.
Al ver eso los criados le tomaron tal envidia, que con cuentos muy chismosos al amo le malmetían.
Pero un día San Isidro reunió a los criados y su pioial repartió el piojal eran garbanzos.
Desde allí se fue a la era la misma paja alveló y sacó tantos garbanzos como el día anterior.
Al ver eso Iván de Vargas le suplicó a los criados que respetaran a Isidro y guardaran sus mandatos.
A otro día caluroso, cuando la sed se abatía, pegó con los gavilanes y brotó una fuente fría donde beben los galñanes.
A este humilde matrimonio su hijo al pozo cayó y el agua a gorgorotones sano y salvo le flotó por sus ruegos y oraciones.
Labriegos de Caraquiz, que labráis las mismas tierras, imitar a San Isidro y obtendráis buenas cosechas.