A LOS CENSORES, La Poesía

A LOS CENSORES,

O los sublimes primores
mostrad de vuestro talento,
o punto en boca, censores;
obras, obras son amores,
todo lo demás es cuento.

Bien sé cuando voy a hablar
que os debo ser antipático;
mas ya me tiene a matar
tanto inexperto escolar
con humos de catedrático.

Ya que la tizona vibre,
súfranla los que la quieran;
pero a mí, dejadme libre;
porque eso no lo toleran
los hombres de mi calibre.

El que se meta en lo ajeno
con aire de profesor
pueda decir sin rubor,
eso es malo o eso es bueno;
pero yo lo hago mejor.

Pues son por muchas razones,
visto de cerca o de lejos,
extrañas aberraciones
que quiera darnos lecciones
quien debe tomar consejos.

Es raro que tanto maula
muestre tesoro tan pingüe,
cuando debiera ir al aula.
Perdonadme el lapsus linguae,
iba a decir que a una jaula.

Yo comprendo cuando adverso
refunfuño, rezo y rifo,
que para hacerle perverso,
no basta medir un verso
con el compás de Rengifo.

Y nunca dudé, señores,
que si tales cuchufletas
produjeran trovadores,
dejarais de ser censores
con tal de haceros poetas.

Aquí está todo el resumen;
que bien ese afán se entiende
de ostentar astro y cacumen:
por vuestra desgracia el numen
ni se compra ni se aprende.

Pero ya que vuestra mente
del genio que ofusca y vuela
seguir no puede el torrente;
a hincarle se atreve el diente,
y esto, a lo menos, consuela.

Cuando escucharos me toca,
de frío sudo. ¡Dios mío!
Mas ¿qué dije? Punto en boca,
que esto de sudar de frío
es una antítesis loca.

Mis propios ojos con pasmo
contemplan vuestros antojos;
pero... ceda el entusiasmo,
que esto de mis propios ojos
es un atroz pleonasmo.

Aunque los crudos rigores
menospreciéis de mis befas,
me choca veros, censores,
con ojos exploradores,
a caza de sinalefas.

¿Y no será tontería
que siendo un cuadro completo
de belleza y bizarría,
pierda su gracia un soneto
por una cacofonía?

Al ripio asaltáis cual lobos
y al robo os hacéis los bobos;
no convengo en el principio,
porque entre ripios y robos
lo menos malo es el ripio.

Pensáis de modo diverso;
mas ya entiendo el logogrifo.
Para vosotros un verso
ni es robusto ni perverso,
si no lo dice Rengifo.

Murmuráis dale que dale
de cada libro que sale,
y yo diré por respuesta
que apreciarais lo que vale
si supierais lo que cuesta.

Y pues vuestras plumas son
tan crudamente sanguíneas,
ahí las doy buena ración
en esta improvisación
con más defectos que líneas.

Pero merece la pena
de oírse lo que os anuncio:
si alguien sin razón me truena,
no hay remedio, me pronuncio
y anda la marimorena.

Y una vez y veinte y ciento,
queridísimos censores,
os diré como lo siento:
obras, obras son amores,
todo lo demás es cuento.

Juan Martínez Villergas.