ANDRESILLO, La Poesía

ANDRESILLO

"La Libertad", "El Pueblo", iba gritando
Por calles y por plazas,
Cuando el jardín se cubre de heliotropos,
De azules lirios y de rosas pálidas.
"La Libertad", "El Pueblo", repetía
Sobre el fango y la escarcha
Cuando tiemblan los árboles desnudos
Y se encorvan las ramas.

Descalzo, el cuello al aire, mal prendido
El pantalón que a la rodilla alcanza;
Sobre el cabello inculto, vieja boina
De dudoso color y rota malla;
Trigueño, endeble, sin descanso y ágil,
Por calles y por plazas,
A la lluvia y al viento,
Sobre el fango y la escarcha
Iba gritando con su voz ya ronca:
"La Igualdad", "La República", "La Patria".

II

Se llamaba Andresillo y contaría
Diez primaveras a lo más; su infancia
Fué una penumbra dolorosa y triste,
Como aurora de un día de borrasca;
Un pasaje del Dante; una tragedia
Escondida en la bolsa de una larva.
Recogido del suelo del suburbio,
Hijo de la embriaguez y de la infamia,
Creció entre golpes y denuestos, sólo,
Sin escuchar jamás esas palabras
Que parecen el salmo de las cunas
Y que las madres verdaderas cantan.

No le vieron jamás sus compañeros
En los alegres corros de la playa;
Ni precedió a las tropas en revista,
Al vivo son de la marcial charanga;
Ni merodeó jamás en los frutales
Que la ciudad circundan, ni su charla
Hizo sonreír al viejo transeúnte
Que junto al grupo de chicuelos pasa.

Creció en un antro, conociendo el hambre;
Junto a un hogar sin llamas,
Y apenas supo andar, sus manecitas,
¡Sus manecitas por el frío cárdenas!
Ofrecieron temblando al pasajero
Esas hojas inmensas en que vagan
En orden apiñado
Las líneas negras y las líneas blancas.
Vendiese poco o mucho, eran los golpes
La recompensa diaria;
Y fuerza fue agotar la mercancía;
Gritar "El Porvenir", "La Democracia",
"El Progreso", "La Idea", con voz ronca,
Bien estridente, alta,
Para aplacar la furia del verdugo,
De la mujer salvaje y sin entrañas,
Que adoptó porque sí, por hacer algo
Al hijo del misterio y de la crápula.

Si el niño - ¡Perdón madre! - le decía
Deshaciéndose en lágrimas,
Aquella furia contestaba alzando
Su diestra de giganta:
-iTu madre fue una horrible mujerzuela!...
¡No me llames así!... ¡Duérmete y calla!-
En tanto un hombre, que paseaba ebrio
Por la mísera estancia, Azuzaba a la bruja murmurando:
-Haces bien: ¡que se duerma o que se vaya!-

Así pasó del huérfano
La dolorosa infancia:
¡La infancia de Andresillo, un condenado
De que el Dante no habla!