TODO MI CALOR TE DI.
Me juraste amor eterno
Y yo ilusa te creí,
en frías noches de
invierno
todo mi calor te di.
Más llegó la
Primavera
Y todo se te olvidó
con desprecio me dijiste
¡Ya no quiero tú calor!
Pero llegando el
verano
cuando el sol más calentaba,
a la sombra de mis brazos
refugio siempre buscabas.
Más tarde llego el otoño,
cuando te azotaba el viento
en mi buscabas escudo
refugiándote en mi cuerpo.
Solo entonces comprendiste
cuanto me necesitabas,
Con mi carbón haces brasas,
en mi sombra te cobijas,
y de mi robusto cuerpo
los vientos pasan deprisa.
Y también soy necesaria
en la
dulce primavera:
en mi flor, liban abejas
para hacer miel de primera.
Ya ves, esta vieja ENCINA
que te trata como a un hijo,
además de darte frutos
te da calor y cobijo.
Pa. Sa. Ma.