SE DESPEDÍA EL AIRE ESE DÍA...

SE DESPEDÍA EL AIRE ESE DÍA

Te dejé mi adiós prendido de una hierba.
Te besé con sabor de amarga despedida.
Tu no sabes, mi amor, cuanto lloré aquel día.
Mejor ya no te veo que la ciudad nos traza
líneas divisorias muy distintas.
Tu en la tuya, yo en la mía.

Yo ya sé que debo volver la mirada
a otro sitio. Ya se fue el bello paraíso
de nuestras vidas el día que me fui llorando
por esa fugaz y corta despedida.
Atrás dejamos nuestro río, triste, al despedirse
de una bonita historia que presenció mudo
con susurros de viento enternecido.

Él y el viento, suspiraban en las tardes
mezclando agua y aire perfumados de lirios.
Noches mágicas de músicas bailadas
con besos, esperanzas y mucha dicha.
Una historia que se acaba cuando agosto
deja el campo solo cosechando trigos.
Y la brisa abandona su leve estancia.

Tras una primavera y un verano denso
prendió el amor en una hoguera
encendida de clamores y de estrellas.
Una mirada para dos almas gemelas,
Muchos besos y caricias; una llaga
oculta en un rincón del alma
al decir, amor, me voy, lo siento.

C. García