LA ESTELA DE NINA (primera parte), Literatura

LA ESTELA DE NINA (primera parte)

La conocí hace años y volvió una segunda vez; pero, de paso. Era una estrella fugaz, y llegué algo tarde a su encuentro. También por pura casualidad, al igual que en la primera ocasión.

Coincidimos en Rabé de las Calzadas, charlé con ella en varias ocasiones durante su estancia en el albergue "Virgen de la Guía " de Marivi, mi amiga de Quintanar de la Sierra (Burgos), que se decidió por Rabé para instalar su albergue de peregrinos. Aquella primera vez conocí a Nina por casualidad pues iba a devolver un libro a mi amiga. llamé y salió ella a recibirme. Me resultó muy conocida su cara y la reconocí: " ¡Pero si me recuerdas a alguien de la tele!"
Y un vecino que estaba escuchando, muy curioso, me respondió: "Es Nina de Operación Triunfo que está estos días ayudando en el albergue a Marivi."
Pues aunque ella quería pasar desapercibida su llegada a Rabé no lo era. Era seguida de cerca por todos los vecinos. Había ojos y oídos para ella en cada esquina.

Puedo asegurar que su forma de ser: sencilla, austera y entrañable no guarda relación con la magnitud de su imagen que se ha difundido masivamente por toda España a través de la televisión.
En efecto, Nina, esa figura que e perdió en el Camino de Santiago hace años, sirvió a los demás como hospitalera. Vino, precisamente, a encontrarse a sí misma, a la vez que servía a los demás en su peregrinaje.

Pudo emprender el Camino para curar su estress o para para desconectar pero para mi no deja de ser una contradicción.
Quizás buscaba alejarse, y lavarse de todo resto de la fama que le produjo "Operación Triunfo". Su lema en esos dísa era "no a la cámara, no a la prensa". Quería pasar totalmente desapercibida pero no lo conseguía porque la gente lo decía, " es Nina, la de Operación Triunfo".

Aún así, ella volvió una segunda vez pero después de un breve encuentro, dejó a mi amiga y se fue. Esa vez, hacía el camino de forma cómoda, en coche y decidió visitar a la que un día le brindó su casa y le enseñó una forma de vida muy singular, que para una semana a Nina, le pareció perfecta.

Acudí, sin saber, como la primera vez; y mi amiga me dijo: "Ya se ha ido Nina, vino a verme pero tenía prisa. Si hubieras venido un cuarto de hora antes, la habrías vuelto a ver."