AQUELLOS TIEMPOS DE DROGA Y ROBOS EN MADRID Y SU ENTORNO...

AQUELLOS TIEMPOS DE DROGA Y ROBOS EN MADRID Y SU ENTORNO
Madrid en aquellos años de mil novecientos ochenta y siete, la droga circulaba sin barreras ni obstáculos, eran diferentes lugares donde se vendía sin muchos problemas, quizá se superaban los veinte puntos fijos, y además los muchos llamados camellos, que se paseaban alegremente vendiendo su mercancía maldita. En aquellos años, la droga y el robo o prostitución iban unidos, y en los llamados supermercados de la droga, eran permanentes lugares con venta a todas horas del día, muchos barrios de Madrid, contaron por cientos los muertos, que a veces decían que eran por sobredosis, y otras veces por el SIDA, que se contagiaban con las mismas jeringas, aparte de algún ser humano contagiado por desconocer que el tratamiento de cualquier trasfusión de sangre, podía llevar esa terrible enfermedad, por entonces casi desconocida, pero causante de muchas desgracias. Aquellos años tuvieron una enseñanza terrible, los jóvenes más lanzados, la mayoría cayo en las redes de la droga, y fueron muy pocos los que consiguieron salir sanos y salvos, hubo algunos que consiguieron abandonar su consumo, pero pasado algún tiempo se dieron cuenta que estaban infestados por ese maldito virus. Madrid tenía barrios como el Gran San Blas, donde se podían contar multitud de casos de fallecimientos, Vallecas, Vicalvaro, La U, V, A, de los diferentes poblados, Orcasitas, Ciudad de Los Ángeles, San Fermín, El Bronx de Hortaleza, Caño Roto, con La Mica, Pies Negros, Peña Grande, y Barrios que entonces resultaban peligrosos el pisarlos, como fue Chueca. Malasaña. Los bajos de Aurrera, y los bajos de Orense, más Merca droga, al lado de Merca Madrid, y aledaños de Pozo del Tipo Raimundo. Madrid era un diario de muertes por ese vicio que parecía que nadie se atrevía a explicar, los problemas que arrastraba, se ocultaban, incluso había personas que decían, es una forma de quitar el paro, y la policía que entonces lucho contra esos malos hábitos, se encontraba un poco desmoralizada, al ver las sentencias de los juzgados, que los llamados camellos parecían no tener ningún miedo. Los robos eran diarios, y el miedo a salir de casa por las noches, se notaba en las calles casi desiertas, tan solo en pandilla y preparados para defenderse, de cualquier actitud de amenaza, hubo jóvenes de ambos sexos, que para pagarse el consumo, que ellos llamaban su “racioncita”, se prostituían en los más raros lugares. Aquellos años fueron muy duros para muchas familias, ya que en sus propias casas ellos mismos robaban, y vendían hasta los televisores de sus familiares, Las farmacias se parapetaron, eran las posibles víctimas de aquellos momentos, taxistas, comercios pequeños, talleres de los que fueron visitados por las noches para pagarse su vicio, que a la mayoría les llevó al cementerio. Todo aquel circulo de mala solución, fue haciéndose notar. Las nuevas generaciones, fueron la mayoría dándose cuenta del fracaso que les ofrecía la maldita droga. El verse tirados en las calles, y las gentes apartándose de ellos, como si fueran apestados, mal olientes y desaliñados, aquellos han pasado al olvido, pocos periódicos dicen quien se hizo rico con el tráfico de drogas, poco se comenta en las televisiones sus malas consecuencias, es como si se quisiera echar tierra al asunto, para no despertar la conciencia de muchos jóvenes, que apenas conocen el sufrimiento de aquellas familias, y la desolación de una juventud que se quedó sin la libertad que les contaron, y que solo fue un camino de perder la dignidad. Y el querer ser libres de verdad, sin droga ni otras cosas que nunca dieron salud ni humanidad, que les hicieran esas personas respetables, que lucharan por un mundo más justo y humano. G X Cantalapiedra.