En algo tiene razón Castor. De Madrid al cielo, porque lo tuve en cuanto me largué de allí. En cualquier sitio se está mejor. Horas y horas en los embotellamientos. Algunas veces dos horas para llegar al trabajo. Viajar bajo tierra sin conocer a nadie y aplastándose unos a otros en las horas puntas. Si eso es el cielo, hijo, que será el infierno.