Desde que existe constancia de vida sobre la tierra, todos los seres han vivido bajo el miedo y dominio del más fuerte.
El hombre siempre ha tenido un Dios al que ha adorado y temido. La necesidad ante el temor de lo desconocido, ha llevado a los humanos a temer las tormentas, vientos, terremotos, volcanes... a todo lo desconocido que les causaba daño físicos, y adorar al Sol, la luna... todo lo que aparentemente no producía inestabilidad ni dolor.
Entre lo desconocido agradable, y la ley del más fuerte, el hombre siguió viviendo y sigue, seguimos; con miedo, con dolor, con creencias y sin creencias, sin miedo, sin dolor.
La realidad es que siempre hubo algo a lo que algunos llamaron y llaman Dios, otros lo denominan como les place, y otros no creen en nada que no sea materia explicable.
Todos tenemos nuestra razón, lo importante es vivir y dejar vivir. ¡Eso parece ser más difícil!
Saludos
El hombre siempre ha tenido un Dios al que ha adorado y temido. La necesidad ante el temor de lo desconocido, ha llevado a los humanos a temer las tormentas, vientos, terremotos, volcanes... a todo lo desconocido que les causaba daño físicos, y adorar al Sol, la luna... todo lo que aparentemente no producía inestabilidad ni dolor.
Entre lo desconocido agradable, y la ley del más fuerte, el hombre siguió viviendo y sigue, seguimos; con miedo, con dolor, con creencias y sin creencias, sin miedo, sin dolor.
La realidad es que siempre hubo algo a lo que algunos llamaron y llaman Dios, otros lo denominan como les place, y otros no creen en nada que no sea materia explicable.
Todos tenemos nuestra razón, lo importante es vivir y dejar vivir. ¡Eso parece ser más difícil!
Saludos