¡Señor, Señor, siempre con alguna queja!, así no se puede vivir!, deje, deje los barbechos negros y adéntrese en los jardines.
Señor o señoras "triana" ¿Sabe usted a que se llama vivir la vida a "tope" Pues eso: hoy en negros barbechos, mañana e bellos jardines, y también de casa al "curro" a veces en senderos polvorientos en busca de unas perrillas... chicas, las gordas eran para otros.
Pero no dude usted que a veces, paseé por alamedas, me aventuré (la mano de ella abrigada en la mía con amor) entre piedras o senderos entre zarzales, para "robar" un beso y poco mas. Así eran los tiempos de negros rastrojos y senderos polvorientos, donde hasta el amor estaba prohibido. Si uno se empeñaba, quedaba tiempo para escuchar cantos de ruiseñores
Hasta, monté y palpé como sembraban dolor pálidos hombres... mas bien oscuros. Así me acostumbré a hablarme, a quererme, a no mentir, ni robar, ni siquiera incordiar
Me amé a mi mismo, amé y sigo amando la mano adelantada de una amiga o amigo.
No tuve miedo ni tan siquiera a los que dieron cuerda a sus locuras.
Y aquí estoy, en este mundo perverso sin perder santa costumbre de vivir la vida a tope, algo que me enseñó lo que se
que el mundo es un jardín lleno de pocilgas. Cuestión es de saber atrapar algún trino.
Que conste que no he podido esquivar todas las tormentas: habla la sinceridad desde lo hondo de mi memoria.
Te convendría saber amigo que en el mundo, sobre tierra dura, sigue goteando mucho llanto.
Y que conste, que si alguien pretende ironías, nadie me va a enseñar ya a reconoces a los que se caen de bruces contra el suelo y quienes son loa culpables de cuanto sucede.
Pero no dude usted que a veces, paseé por alamedas, me aventuré (la mano de ella abrigada en la mía con amor) entre piedras o senderos entre zarzales, para "robar" un beso y poco mas. Así eran los tiempos de negros rastrojos y senderos polvorientos, donde hasta el amor estaba prohibido. Si uno se empeñaba, quedaba tiempo para escuchar cantos de ruiseñores
Hasta, monté y palpé como sembraban dolor pálidos hombres... mas bien oscuros. Así me acostumbré a hablarme, a quererme, a no mentir, ni robar, ni siquiera incordiar
Me amé a mi mismo, amé y sigo amando la mano adelantada de una amiga o amigo.
No tuve miedo ni tan siquiera a los que dieron cuerda a sus locuras.
Y aquí estoy, en este mundo perverso sin perder santa costumbre de vivir la vida a tope, algo que me enseñó lo que se
que el mundo es un jardín lleno de pocilgas. Cuestión es de saber atrapar algún trino.
Que conste que no he podido esquivar todas las tormentas: habla la sinceridad desde lo hondo de mi memoria.
Te convendría saber amigo que en el mundo, sobre tierra dura, sigue goteando mucho llanto.
Y que conste, que si alguien pretende ironías, nadie me va a enseñar ya a reconoces a los que se caen de bruces contra el suelo y quienes son loa culpables de cuanto sucede.