Un viejo amigo mío siempre fue muy aficionado a la...

LA MOTO

Hubo un tiempo, en que la moto era el transporte de los pobres. Mi padre fue uno de ellos. Tenía carnet para conducir coche pero no lo condujo nunca. Su medio para ir al pinar fue, primero una bicicleta, (que más tarde llevé yo, cuando no tenía todavía una bicicleta de mujer BH, que además me compré yo misma en cuanto pude); después se compró una moto que le llevó al pinar durante muchos años. Un día tuvo un percance y la moto la tiró el mismo calle abajo. Quedó destrozada. Y todos nosotros también, nosotros que además éramos la causa de que él no pudiera tener un coche, más seguro, más cómodo, menos peligroso y mas funcional. Pero es que mi padre era pobre para comprarse un coche pues tenía una familia muy numerosa y no podía permitírselo porque tenía que alimentarla.
Más tarde se pudo comprar una Vespa. ¡Y qué bien le hubiera venido entonces, un coche, pero no podía permitírselo!
Sus trabajos terminaron y se jubiló. Tenía su Vespa solamente para ir al huerto, y un trayecto muy corto el que tenía que recorrer hasta llegar a él. Pero un día, en un camino que había recorrido cientos y cientos de veces, derrapó. Y no conducía deprisa, mas bien al contrario; pero los caminos tenían gravas y cantillos y... él se accidentó. Se fracturó los tobillos y pasó larga temporada recuperándose. Total, por quedarse un rato más cultivando el huerto, porque si en vez de estar ahí trabajando hubiera estado como todos los demás de día libre en la campa de la ermita, aquello no le habría sucedido. Pero...
Pero como siempre fue pobre, estaba acostumbrado a trabajar duro, y una vez jubilado siguió trabajando como si le fuera la vida en ello.
Pero eso sí, el huerto era su vida porque gracias a su esfuerzo tenía unas judías enroscadas a las varas que llegaban casi hasta los árboles, unos tomates, pimientos, frambuesas y fresas... Y otros frutos. Era como si su vida fuese cultivar un huerto como antes había sido exprimir la resina de los pinos.
Se levantaba pronto, como siempre lo había hecho cuando iba al pinar, y al llegar a él, recogía un balde de caracoles de las tapias (no se sulfataban, claro) Y luego a trabajar, a cavar, a regar, a darles a las plantas muchas alegrías, y claro, éstas a la fuerza respondían con su mejor sonrisa, llenas de belleza y madurez.
El último accidente que tuvo le marcó la vida a llevar a partir de entonces porque ya no pudo ir mas a cultivar el huerto. Hubo de conformarse con sentarse a la puerta de su casa, dar algún paseo calle arriba y calle abajo y no pensar mas en el huerto.
Así, ante estos antecedentes, mi ímpetu mas vivo fue alejar a mis hijos de las motos e instarles a que aprendieran a conducir un coche, que es mas seguro, mas servicial y en el que no se está expuesto ni al sol, ni a la lluvia, ni a condiciones meteorológicas peores como pudieron comprobar al ir a trabajar en ese medio de transporte ellos mismos con viento, lluvia y granizo. Porque no es lo mismo usar una moto para ir al trabajo que llevarla de fiesta en fiesta.

No me extraña nada que tu madre tenga miedo atroz a las motos porque yo no dormía sabiendo que mi hijo iba de fiesta con moto. Más valdría que los hijos se pusieran en la piel de las madres, que tantos esfuerzos han hecho por sacarlos adelante para que un capricho como es una moto acabe con ellos y con toda la esperanza de una madre que es ver a sus hijos sanos y felices.

Pero para qué nos vamos a engañar si el accidente se puede también tener con un coche y puede resultar mortal.
Todas las precauciones habidas y por haber son pocas. Desde tener el coche a punto, no ir bebido, drogado, descansar lo suficiente, y saber que es una gran responsabilidad conducir un vehículo que puede condicionar la vida tuya propia y la de los demás.
Pocas veces habrás hablado de esto con tu madre, como si lo viera, porque cantidad de veces habrás pensado que tu madre está ya pasada de moda y que no entiende nada de la época actual. Quizás el equivocado seas tu y no tu madre si así piensas.
Si por lo menos esto que escribo te hace reflexionar y pensar en las consecuencias que puede tener una conducción irresponsable me doy por satisfecha porque al igual que tu lo pueden leer otros desde el testimonio de una madre.

Y en cuanto a la tele, no me gusta lo más mínimo y es que he visto tantas películas ya que rara vez veo alguna realmente interesante y que cautive mi atención.
Y saludo y Buenos días.

Un viejo amigo mío siempre fue muy aficionado a la moto.
Y tuvo moto mucho tiempo.
Los amigos -nadie de nosotros era partidario de motos- le hacíamos notar nuestra
opinión sobre el riesgo que estaba corriendo porque en caso de accidente la "chapa
protectora" era su propio cuerpo.
Un día llego ese accidente. Leve por fortuna. Pero suficiente para hacerle reflexionar.
Total que vendió la moto.
Tiempo después hablando de ello acuño una frase que me parece oportuno traer a
este tema concreto. El decía: " las motos dan dos satisfacciones, el día que la compras y
el día que la vendes..."