Hace unos días, puse un cuento en el tema "literatura"....

Hace unos días, puse un cuento en el tema "literatura". Como el Café de Levante, su personal y clientela, eran importantes en él, he pensado que debía
traerlo aquí; de modo que, hechas las necesarias adaptaciones, aquí está:

Es 22 de Diciembre,
un día como otro cualquiera,
porque Elena –lo presiente-,
de la suerte nada espera.

Hoy salió por la mañana,
temprano hacia su trabajo,
como siempre, muy ufana
y con un gran desparpajo.

Dejó su casa arreglada
-su pobre casa, en la aldea-
y a su madre preparada,
conforme ella desea.

De camino hacia el trabajo,
entra, al pasar por delante,
a ese local que es tan majo,
el magno Café Levante;

y, sin reparo ninguno,
pues ya es una tradición,
le sirven un desayuno,
que ella come con fruición.

Y es que, no falta ocasión
en que la llame María,
y les ayude un montón,
aquí en la cafetería.

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Al salir, en el felpudo,
un décimo se ha encontrado;
se agacha y con disimulo,
en el bolso lo ha guardado.

Por la calle va pensando
lo que va a hacer lo primero.
¡Aún no lo están sorteando
y ya se gasta el dinero!

A su madre comprará
una silla con motor,
y, con lo que quedará,
le hará una casa mejor;

pondrá un taller a su hermano
que ahora se encuentra en el paro,
y también, si viene a mano,
un coche que no sea caro.

Ya en el trabajo, ha olvidado
las cuentas de la lechera,
pero, cuando ha terminado,
los pensamientos le esperan;

y al volver por el Levante,
con el sorteo consumado,
dice: -Pasaré un instante,
para ver el resultado.

En un rincón, ha observado
que algunos han discutido,
porque un décimo, premiado,
parece que se ha perdido.

Su asombro sube de grado,
cuando dice Marisol
que ese décimo extraviado,
ostenta el premio mayor.

Sale apresuradamente
y a casa se ha encaminado.
Pensando, insistentemente,
que no devuelve lo hallado,
no dice a su madre nada
y, machacando en la idea,
sale, toda obsesionada,
a pasear por la aldea.

La cabeza le da vueltas,
con miles de pensamientos:
¡Qué complicaciones estas!
¡Señor, vaya un sufrimiento!

Con un dolor de cabeza,
se ha acostado muy temprano.
- ¡Actúa con mucha rareza!
-ha comentado su hermano-.

Tras noche de pesadillas,
se levanta decidida
y se dirige a la villa,
a devolver, convencida,
a sus dueños el boleto;
porque, si así no lo hiciera,
para ella no es un secreto,
que feliz ya nunca fuera.

- ¡Marisol, María, Aparicio!,
algo os tengo que decir,
para eludir el suplicio
que me tiene sin vivir.

Que lo entreguen les encarga
-a Aparicio se lo deja-;
la satisfacción le embarga
cuando del Café se aleja.

Y el día de Nochebuena,
alegres en su pobreza,
han celebrado su cena;
en su mente, con grandeza.

Aún se encontraba durmiendo
cuando sintió que llamaban.
- ¿Quién llegaba tan corriendo
y que tanto alborotaba?

Se asomó por la ventana,
llevándose una alegría.
Allí estaba Ciudadana,
con Marisol y María.

- ¡Ábrenos querida Elena,
Papá Noel ha llegado
y trae en una cesta llena,
los regalos que ha pensado!

Y, cuando abrió, ¡qué sorpresa!:
La silla para su madre;
para su hermano, una empresa
trabajo vendría a darle;
y la promesa, sin tasa,
de la Peña del Levante,
de acondicionar la casa.
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¡Qué feliz tenía el semblante!