Llámenme viejales, pero cuando yo nací (hace ya medio...

Llámenme viejales, pero cuando yo nací (hace ya medio siglo del terrible suceso) nadie hablaba del crack del 29 ni de Al Capone (ni por supuesto de Buenaventura Durruti, que también la espichó un 20 de noviembre). Me pregunto por qué razón hoy tenemos que seguir hablando de asuntos de los que ha pasado el mismo tiempo relativo, caso de la muerte de Francisco Franco. ¿A qué viene este insoportable volver atrás? ¿Quién es ahora el viejales? Somos adictos a las efemérides, vale, pero sobre todo nos gusta solemnizar, como si hubiese que solemnizar algo sobre Franco a día de hoy, cuando el regreso de su fantasma (por mucho revival facha que haya) es tan improbable como lo era la refundación del Imperio Austrohúngaro cuando nació este que suscribe. Las puertas del pasado no abren para atrás y sus cristales, esmerilados y así de gordos, apenas permiten ver más de lo que uno previamente ya se haya figurado. Más que mirar lo que fuimos hace cuarenta años, que lo tenemos muy visto y muy sufrido ya, nos convendría preguntarnos qué queremos ser y dónde queremos estar dentro de cuarenta años. A lo mejor, si lo hiciéramos así, empezaríamos a plantearnos cosas sobre la educación, sobre la cultura y los modos de vida, sobre el medio ambiente y el respeto a los demás, sobre los políticos a los que votamos y los libros que aún no hemos leído. Este don de andar para adelante con que nos dotó la madre naturaleza, y que para muchos españoles resulta ser una costumbre abominable, es lo único que podrá salvarnos de seguir llorando eternamente nuestro pasado.
Esto no quita de que sigamos pidiendo la memoria histórica y se le dé por fin cerrojazo a ese pasado tan grotesco que todavía nos persigue.
C. R

Seguimos con la reconquista desde el SUR le pese a quien le pese.