Un inmenso incendio devastó este miércoles el campamento...

Un inmenso incendio devastó este miércoles el campamento de Moria, en la isla griega de Lesbos, el mayor campo de refugiados de Europa, con unos 13.000 internos. El fuego se inició de madrugada -según las autoridades locales- debido a una protesta de refugiados que se negaban a ser recluidos tras dar positivo por la covid-19. Las llamas, alimentadas por los fuertes vientos y también por la frustración, la dejadez administrativa y la falta de una política migratoria europea común, se extendieron rápidamente por los contenedores, tiendas de campaña, las carpas donde dormían los refugiados, los dispensarios médicos y las oficinas administrativas hasta reducir la mayor parte a cenizas. El Gobierno ha decretado el estado de emergencia.

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“Cuando empezó el fuego por la noche huimos a las colinas. Teníamos mucho miedo”, relató por teléfono Clement, de nacionalidad nigeriana. Más de 12 horas después de desatarse el incendio, él y decenas de personas -muchas de ellas niños- seguían dando vueltas sin agua ni comida y en busca de ayuda. Otro refugiado, Hussein, explicó que agarraron sus documentos y lo poco que podían cargar y trataron de refugiarse en la capital de la isla, Mitilene, a unos seis kilómetros del campamento, pero fueron bloqueados por la policía. De hecho, una de las primeras medidas del Ejecutivo de Atenas ha sido enviar agentes de refuerzo para contener a los migrantes.

En principio no se ha informado de víctimas mortales pero varios refugiados fueron atendidos por inhalación de humo. “La situación es caótica”, aseguró Thomas von der Osten-Sacken, un voluntario que trabaja con la asociación local Stand by me Lesvos, tras visitar Moria a primera hora de la mañana, cuando los bomberos aún no habían terminado de sofocar las llamas junto a un avión antiincendios: “Miles de personas se han quedado sin refugio donde dormir”. Ése es el principal problema ahora.