Recuerdo una vez, haciendo un viaje en autobús por vacaciones, de esos que tienen un aseo, que entró una señora al aseo, y evidentemente cerró por dentro. El aseo estaba hacia la mitad del autobús y al abrirse se veían todos los asientos hasta el final. Pues a lo que voy, de pronto el autobús cogió algo que había en la carretera y dio un saltito, a esto que se abre la puerta y queda la buena mujer sentada en el water, con los pantalones bajados, haciendo sus necesidades. Con los nervios no se le ocurre otra que decir: Buenas tardes. Y todos respondimos: Buenas tardes. Y nos quedamos sin saber qué hacer, hasta que de pronto la señora dice otra vez: Tiene alguien la amabilidad de cerrarme la puerta, por favor. Y ya una de las personas que estaban cerca se levantó, cerró la puerta, y la sostuvo hasta que la señora terminó.
Lo más raro de todo es que no se volvió a hablar del tema en todo el viaje. Pero la cosa tenía su salsa, mirándolo desde la distancia, la señora allí sentada con las bragas a la altura de los tobillos y con toda la educación del mundo dándonos las buenas tardes.
Lo más raro de todo es que no se volvió a hablar del tema en todo el viaje. Pero la cosa tenía su salsa, mirándolo desde la distancia, la señora allí sentada con las bragas a la altura de los tobillos y con toda la educación del mundo dándonos las buenas tardes.