La dama del alba (1944) es su mejor obra del exilio...

La dama del alba (1944) es su mejor obra del exilio y supone el reencuentro con Margarita Xirgu, que no había representado Nuestra Natacha (1936) por celos de Federico García Lorca, según testimonio del director teatral Cipriano Rivas Cherif. De nuevo sitúa los temas universales de la vida y la muerte en un escenario reconocible: el ámbito regional de la memoria envuelto por un halo poético de magia y misterio. La barca sin pescador (1945) y Los árboles mueren de pie (1949) rematan su primera década fuera de España. Cuando ya piensa en volver, estrena La casa de los siete balcones (1957), «solar de mayorazgos en una pequeña villa del norte español», que sus amigos del interior sitúan en Canales, el pueblo de su madre donde escribió los primeros libros de versos, además de Flor de leyendas (1933), con el que obtuvo el Premio Nacional de Literatura, y en el verano de 1935 Nuestra Natacha, que le pasa a máquina su amigo de La Magdalena Publio Lorenzana.