LOS RAJONES Y LA ERMITA DEL VALLE DE S. VICENTE...

LOS RAJONES Y LA ERMITA DEL VALLE DE S. VICENTE

Para esta página pedimos colaboración a Guadalupe López, gran mujer que muchos de nosotros conocemos por sus cualidades de poetisa. Pero la causa de nuestra charla con ella es para que nos contara todo aquello que recuerde de ese pueblo, del cual los jóvenes hemos oído hablar algo y que existía en el Valle de San Vicente.

" En tiempos lejanos - nos cuenta - hubo un pueblo que se denominaba Los Rajones, los cuales tenían su manera personal de religión, sus normas de vida distintas a las de nuestro pueblo, etc. Pasaron los años y desapareció sin saber cómo exactamente. Solo queda (que yo recuerde) una ermita y las tumbas que se dicen que estaban cubiertas por losas. Pero también esto ha ido desapareciendo, debido al abandono y sobre todo por la codicia de los hombres, los cuales cavaron en las tumbas, pensando que allí iban a encontrar algún tesoro.

Y de la ermita hay una leyenda muy curiosa:

Se cuenta que después de desaparecido el pueblo, la gente de Canales hizo la promesa de tener en la ermita una lámpara encendida. Como quedaba lejos, tenían contados los días que duraba el aceite en las lámparas. Pero... ¡Cómo ocurren las cosas! Un pastor de los que llevaban las ovejas o vacas por el valle, llevaba de comida un pan y el pobre hombre pasaba bastante hambre, ya que con un trozo de pan duro para todo el día no era mucho; entonces discurrió mojar el pan en el aceite de la ermita.

Pero la persona que llevaba el aceite se extrañaba que cada vez durase menos. Se dedicó a echar aceite y a esperar el resultado, por si alguna lechuza se lo bebía, por lo que entonces se taponaría la entrada y así asunto resuelto. El buen hombre se escondió, llego entonces el pastor y empieza a dialogar con San Vicente, diciéndole:

- S. Vicente, me dejas mojar pan en la tu aceite. Bueno.... el que calla consiente-

Entonces el buen hombre lleno de indignación se lanzo contra el ladrón del aceite, coge un bastón y le da varios bastonazos, por lo que el pastor muy asustado deja el zurrón y sale corriendo, pues no sabe quién le ha pegado.

Después de algunos días, el pastor vuelve a la ermita y le dice a S. Vicente:

- S. Vicente panfilón, no vengo por la tu aceite, no, que vengo por mi zurrón-."

Mª Luisa Blanco

Loly López

Julián Santa Engracia.