BORIS IZAGUIRRE...

BORIS IZAGUIRRE

13 JUL 2019 - 07:40 CEST

Como participante, activo y pasivo, del Orgullo Gay desde 1994, me solidarizo con mi amigo Rafael Díaz que se quejó por la demora de las carrozas por causa de la performance de Inés Arrimadas y sus compañeros de partido. “Nunca tuvimos un retraso igual en ningún orgullo, amiga”, me comentó Díaz cenando en casa. Es frecuente recurrir al femenino cuando nos reunimos. Es de colegas. “Si tanto le preocupamos como motivo de reivindicación, quizás debería haber pensado un poquito que un retraso así subidos a las carrozas superproducidas, ansiosas por iniciar la fiesta, bajo ese sol de justicia, provoca muy mal rollo. El Orgullo va a más y las revistas del corazón ya lo recogen como un evento social. Este año estuvo repleto de famosas y famosos, desde Terelu Campos a Victoria Abril”, subrayó mi amigo Rafael. Estoy de acuerdo, es probable que ese día la diputada Arrimadas no pensara en más que en ella misma y su plan promocional.

Puede que Arrimadas eche de menos la adrenalina de Barcelona. Y hace oídos sordos a los que no les gusta que su partido haga alianzas con Vox. Se toma estos bolos siguiendo un esquema: voy allí, petardeo y después lo denuncio como un ataque del que soy víctima. Se parece a una de esas estrategias retorcidas que emplean los participantes de los realities. Me recordó a Ana Botella, que fue una alcaldesa de Madrid que pasó a la historiaporque ni consiguió que los Juegos Olímpicos vinieran a la ciudad ni tampoco que el Orgullo dejara de celebrarse con alegría y rentabilidad. Lo intentó, pero el Orgullo pudo más que su homofobia. Un día, como edil, le tocó visitar una pequeña asociación del colectivo gay de la capital y cuando llegó la recibieron llamándola de todo por su antipatía hacia la manifestación. Rememoré este incidente viendo a Inés Arrimadas gesticular en el Orgullo como si estuviera en éxtasis, con cara de víctima gozosa. Pasiva y agresiva. Sin otra intención que obtener un titular. Inés invoca a Ana, con la diferencia que Botella sí disponía de un mensaje claro. No le gusta lo LGTB y punto. El de Arrimadas, vestida de color verde Vox, ¿cuál es?

A mí no siempre me aplaudieron como gay, y me aguanto. Pero hablemos de algo más serio, que tiene un mensaje y va a reventar los medios de comunicación: ¡Chabelita Pantoja iniciará carrera musical y se va a cambiar el nombre a Isa P, pronunciado como en inglés, pi! Un poco como Cardi B (bi), la célebre rapera de origen dominicano que va envuelta en Louis Vuitton y colorines estridentes, evitando siempre el verde Vox. Isabel Pi, que es peruana pero creció en Cantora, ha hecho un posado en Lecturas con los modelitos que llevará como nueva reguetonera. Sus influencias podrían incluir tanto a Janet Jackson como a Kyle Minogue y asume que es una influencer en tela de juicio. Quizás Arrimadas repararía un poco su imagen pública si me acompañase a reivindicar a Isa Pi como alguien que transmite un mensaje innovador con su actitud emprendedora y su poderoso ADN. En primer lugar, casi no toma nada prestado de su famosa madre, que lleva cuatro décadas marcando estilo y share. Reduce el apellido a una letra para no tener sombra y posa como un jaguar con gafas de sol rojas declarando que, al contrario de Arrimadas, no va a hacer bolos. “Los he visto con mi hermano y no me gustan”. Me encantaría que Isa Pi triunfe como pop star, pero que no se complique tanto como Julio Iglesias o Malú.

Julio Iglesias es una pop star histórica.  ¡Hola! le dedica su portada a su familia con Miranda, todos completamente europeos occidentales, celebrando con ellos sus 75 años. Aprovechando su presencia en un desfile de Agatha Ruiz de la Prada, los periodistas acribillan a Miranda y ella responde rematando cada frase con una sonrisa, un poquito como hacía Preyslerantes. Como responde en castellano, los periodistas la abruman con bobadas, saben que no dirá nada sobre Javier Sánchez, el hijo ilegitimo de Julio Iglesias, que al fin ha visto reconocida su paternidad por la justicia. Vaya lío. La familia del cantante parece una precuela de La Guerra de las Galaxias. Para el próximo Orgullo podríamos montar una carroza exclusiva, claro, para Miranda, Julio y sus hijos como invitados especiales. Así, Arrimadas tendrá un buen motivo para colarse en la fiesta.