Como la historia es muy larga, voy a aligerarla algo....

Perdón, deben ser las horas que me confunden: No era mi bisabuelo, sino mi abuelo, pero abuelo político. Que ya estaban muertos, tanto el abuelo como la abuela cuando esto me aconteció. Que muchos de sus nietos no les conocieron nunca y alguno de ellos, justo nació en el día que el abuelo murió. Que habían sido unas personas inteligentes, trabajadoras y serviciales.

Y que nunca se había rumoreado nada igual en el pueblo.

Y que si llegaron a tener algo, se debió a la herencia del segundo marido de la bisabuela. La bisabuela se casó dos veces, pues el primer marido murió, dejándola unos seis hijos. El segundo, con el que tuvo dos hijos, tenía mucho dinero y tierras. Quizás mas tierras que dinero.

Solo adelanto en aquellos tiempos no había bancos donde guardar el dinero.

Como la historia es muy larga, voy a aligerarla algo.
Mi abuelo político era tesorero del ayuntamiento. La gente vivía difundiendo rumores, y se rumoreó que ciertas personas iban a ir a robar el ayuntamiento. Todo se acababa sabiendo, pues bebiendo y bebiendo, y de taberna en taberna, acababan cantando los planes. Y de tanto beber, se quedaban sin blanca. Total, que iba a ir al ayuntamiento a reponer fondos.

Y mi abuelo político, que no tenía un pelo de tonto, cogió el dinero y se lo llevó a casa.

Aquella noche, cuando llegaron los cacos al ayuntamiento y vieron, las arcas vacías, lo contaron.

-Si majos, ahí os iba a dejar el dinero bonitamente, para que os lo llevaríais a la taberna y a seguir bebiendo. No majos, que la cabeza está para algo y no para llevarla sobre los hombros.

Todo el mundo lo supo, y los cacos quedaron al descubierto. Pero se ve que les quedó cierto resquemor que pasaron de generación en generación. Pues resulta que eran medio hermanos de la abuela. Y aquello de ver a los hijos del segundo marido, ricos; y ellos pobres, no lo soportaban. Seguramente fueron ellos quienes difundieron falsedades.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Total, que la nieta política, lo consultó con la madre política o suegra, y lo despabilamos bien y a gusto las dos. Cada una a su manera. Ella en privado, y yo en público.

A la siguiente oportunidad que tuve, me despaché con la difamadora, diciendo que hasta la fecha lo único que me había caído a mi había sido lo que a todos nos salió por los grifos. Que quizás la gloria, habría que ir a buscarla; y que sabiéndolo, ya me pondría en camino.

A los dos días, otra vez reunión de ayuntamiento para ... (ver texto completo)