Pensaba incluir este relato en el tema "literatura",...

Pensaba incluir este relato en el tema "literatura", pero es un hecho real, que me ocurrió a mí, y pienso que en este apartado de "recuerdos", viene muy bien.

Corría el año..., tenía diez años recien cumplidos y mis padres me estaban preparando el equipo para llevarme a estudiar el bachiller a Linares.

De pronto, una inoportuna enfermedad dió al traste con mis ilusiones de estudiar; la enfermedad habría de durar varios años.

Los amigos venían a visitarme y me ayudaban a vivir mejor aquella vida monótona en la que me ví metido, pero pasaba muchas horas solo y los días transcurrían muy lentamente, dados los pocos medios de entretenimiento que había en aquellos años. (La TV, por ejemplo, aún no se conocía, y, en cuanto a la radio, solo dos o trres familias del pueblo tenían "aparato").

Precidsamente, a unos quince metros de mi casa, vivía una de esas familias. Se trataba de un hogar acogedor, donde gustosamente recibían a familiares y amigos íntimos, y allí me desplazba cada noche a pasar la trasnochada, oyendo la radio -aquellos interminables discos dedicados de Radio Andorra- y las amigables tertulias que organizaban los mayores, mi padre entre ellos, en las que yo, dicho sea de paso, poca baza podia meter. Pero el caso era que, por las noches, así mataba el tiempo antes de irme a dormir.

Y ocurrió un milagro: Una noche llegué y me encontré allí a una preciosa chiquilla, mas o menos de mi edad, que me llamó gratamente la atención, y que me fué presentada por la dueña de la casa. Se trataba de una sobrina suya, de Madrid, que, acompañada de su madre, venía al pueblo, por consejo de sus médicos, a tratar de curarse de una enfermedad, ¡que era la misma que padecía
yo!

Hicimos amistad rápidamente y empezamos a compartir nuestras horas, juntos.

Yo excepto las horas de las comidas, estaba en su casa siempre, en un magnífico jardín, en el que, uno tras otro, pasábamos los días charlando, jugando y
contándonos nuestras vivencias.

Y, cuando el tiempo no nos dejaba permanecer en el jardín, lo cambiábamos por un salón de la casa, que su tía había acondicionado exclusivamente para mi amiga y su madre.

Fueron aquellos unos años maravillosos, en los que se fué forjando una gran amistad, que ha permanecido siempre.

Npos curamos ambos; ella se volvió a Madrid y yo empecé a hacer prácticas en la oficina donde trabajaba mi padre (porque entonces no existía la promoción de adultos, e irse a estudiar con quince o dieciseis años, para cursar primero de bachiller, con los niños de diez, era impensable. Te trataban de bicho raro).

Nos fuimos haciendo mayores; empecé a trabajar, me fuí a la"mili", regresé y me casé, y hoy tengo dos hijos y tres nietos;`pero aquella "chiquilla" y yo, no hemos perdido nunca el contacto.

Algunos años viene al pueblo en el verano y, desde la perspectiva de los muchos años transcurridos, recordamos aquella relaciòn tierna y delicada; y, tanto ella como yo, volvemos a ser felices.