Dices que no tengo perdón de Dios. Dios si me perdona,...

Menudo trabajo, me le estaba imaginado, oye ¿No tienes a tu hija cerca? Supongo que vendrán algún día en Navidad pues que te enseñe a copiar pegar, que es una tontería mayúscula, y lo tienes todo hecho en dos segundos.

A estas alturas y no saber hacer eso, no tienes perdón de Dios.

MARI. JAAAAAAAAAAAAAAAAA. JAAAAAAAAAAAAAAAAAAA. JAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA.

¿Mis hijos? De vez en cuando les pregunto algo y sabes qué respuesta me dan: NO ME DES LA VARA. Ellos navegan de maravilla por el ordenador. Cuando algo va mal les pregunto. Respuesta... ¡Qué habrás hecho! JAAAAAAAAAA, menuda ayuda tengo. Lo poco que sé es de mi cosecha particular.

Mira, voy a empezar, pasito a pasito y lo haré. Ya no sé dónde tengo tus instrucciones. Mis hijos, ¡Ay, qué bueno... parece un chiste!

Dices que no tengo perdón de Dios. Dios si me perdona, no sé tú, bueno, creo que sí, porque me lo has repetido un montón de veces sin enfadarte.