EN PRIMERA FILA....

EN PRIMERA FILA.

Que corran a Estrasburgo.

El Supremo ha sido tan pulcro que la Corte Europea no podrá decir sino que Junqueras y su cuadrilla están bien condenados.

Ana I. Sánchez.

Actualizado:

14/10/2019 23:50h.

Decía Winston Churchill que un pesimista encuentra la dificultad en cada oportunidad, pero que un optimista ve la oportunidad en cada dificultad. La sentencia del procés, tal y como ha sido redactada por el Supremo, enfrenta la posibilidad de que se incumpla al no establecer ningún plazo mínimo de condena pese a estar en manos de la Generalitat catalana. En un estado de Derecho es evidente que la Justicia tiene que hacer cumplir sus sentencias y ésa es la dificultad de este caso. Pero ese mismo redactado encierra también la clave para cortocircuitar la internacionalización que busca el independentismo. Y esa es la gran oportunidad que brinda el fallo.

La amenaza de que los sediciosos acudieran al Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha estado presente desde el primer día del juicio. De hecho, nadie entendería que no lo hicieran ya que vienen denunciado la vulneración de sus derechos con persistencia. Tendrán que pasar, eso sí, por el Tribunal Constitucional primero. Pero con el texto de la sentencia en la mano pueden ir haciendo el pino a Estrasburgo si quieren porque difícilmente la Corte Europea va a estimar su recurso. Manuel Marchena y los otros seis magistrados se han cuidado muy mucho de no dejar resquicios a esta vía a lo largo de una sentencia que no se podría haber redactado de manera más pulcra con el Código Penal delante. Así que en lugar de un varapalo lo más probable es que la democracia española se anote el éxito de que un tribunal internacional sentencie que Oriol Junqueras y su cuadrilla están bien condenados. Y eso quizás no sería posible con una sentencia que hubiera ido más lejos. Recibir un fallo de Estrasburgo contrario a los intereses independentistas sería muy importante para España porque abortaría la campaña de internacionalización lanzada por el independentismo. A ver qué argumentarían, por ejemplo, aquellos 52 diputados galos preocupados por la vulneración de los derechos fundamentales en España. Sin la baza del apoyo exterior, el secesionismo sabe que la unilateralidad es vía muerta.

Hay otras consecuencias políticas de una sentencia que, como ya sabíamos, no gusta a todo el mundo. Oriol Junqueras y Jordi Cuixart llamaron ayer a la «reincidencia». Permítanme una sonrisa jocosa. ¿Están diciendo que cuando salgan de la cárcel organizarán otro procés unilateral? Con lo que han gimoteado por estar en prisión no hay quién se lo crea. ¿Están llamando acaso a Joaquim Torra, Roger Torrent o Gabriel Rufián a seguir sus pasos? Silbarán y mirarán hacia otro lado porque no están dispuestos a acabar en Lledoners, por muchos privilegios que haya conseguido Junqueras, que ayer, móvil en mano, telefoneaba a sus amigos desde la cárcel y cerraba visitas para hoy. Dos concesiones negadas a los presos comunes.

Una vez que la unilateralidad se ha convertido en sinónimo de prisión, faltarán los voluntarios que quieran pasar una temporada en la cárcel. La prueba es que con todos sus cacareos y palabrerías, ni Torra ni Torrent se han atrevido a hacer nada que pueda meterles entre rejas. Llaman a apretar y movilizarse pero que sean otros los que corten las carreteras. Da igual que la condena haya sido de 13 años o que hubiera sido 18: viven muy bien de la política y ninguno quiere perder ese tren ni siquiera por un día. Verborreas aparte, son conscientes de que no les queda otra que reconectar independentismo y legalidad... después, eso sí, de una época de algaradas.

Ana I. Sánchez.

Corresponsal.