Mi pueblo...

Mi pueblo
La iglesia de Santa Ana, a la sombra de su árbol se sentaba mi abuelo los domingos por la mañana, mientras yo jugaba en la plaza de abajo o entraba al Bar más cercano a comprarme una Fanta de naranja.
Siempre rodeado de estudiantes de Ávila, Salamanca o Madrid.
Era un sabio de la vida. Con el paso de los años qué rabia sentí al no escribir todas esas cosas (leyendas, historia, sabiduría innata en realidad) que me sonaban mucho pero con el tiempo olvidé. Recuerdo un estudiante que le buscaba por todo el pueblo (en la plaza, sentado en un poyete, en el tronco de un árbol, en las eras de arriba) con un cuaderno en la mano y escribía como un loco todo lo que el abuelo decía. Le preguntaba constantemente, el abuelo se lo decía más claro. Todo un verano. En ese momento me pareció tan normal que no me extrañó. Cuando el abuelo se marchó, me di cuenta que nunca podría recordar todo lo que me contaba. Muchos años después a través de una amiga del pueblo intenté averiguar quién era ese estudiante. No pudo ser, mi amiga (demasiado joven) se fue donde estaba el abuelo.

Ciao