Muy buenas noches
Ángel me ha pedido que os transcriba estos relatos y yo que soy mu bien mandá.... pues eso, que ahí quedan

Comentaré la pesca en el río. Yo no sé si mi pueblo está al lado del río o es el río el que siempre ha estado al lado de mi pueblo. Desde los 6 años ya pescaba en el río. ¿Qué pescaba? Lo que picara... Una trucha, unos barbos, unas bogas y unos escallos. Y por si fuera poco cogía cangrejos con la mano. Mi familia tenía miedo por mí, ya que me metía en el río sin saber nadar. Así que toda la ilusión de mi abuelo era que aprendiera a nadar, y lo hice sin ayuda de nadie. Hacia los ocho o nueve años ya ejercía el arte de la natación. Entonces sí, ya mi familia quedaba tranquila porque argumentaban que al saber nadar, si me caía en un pozo saldría nadando. La pesca. ¡Ah!, la pesca en el río. Todos los días de verano, desde el 21 de junio que me iba para el pueblo de vacaciones comenzaba mi puesta en escena en la pesca, hasta el 15 de agosto. A partir de aquí no se podía pescar, ya que mi pueblo era zona truchera. Ni que decir tiene que me levantaba al ser del día, no había salido todavía el sol, pero mientras cogía algo para desayunar e ir por el camino hacia el río (60 metros) EL SOL, comenzaba a asomar por el horizonte y, ¡hala!, a pescar. Todos los días llevaba la cesta llena de: truchas, barbos, bogas y escallos, más los cangrejos que pescaba en el río. A continuación, hacia las doce me pegaba un baño en las aguas ya calientes porque el sol pegaba de lo lindo. Tenía dos relojes para saber el tiempo, uno eran las vacas, caballos y burros de todo el pueblo que llevaba un vaquero para cuidarlas por el campo paciendo. Hacia las doce, el ganado era reintegrado a las casas de sus dueño. Sabían bien el camino. El otro dato no lo menciono porque guarda relación con mi pueblo y delataría mi PUEBLO, no es que me dé vergüenza, es que prefiero quedar en el anonimato.
He comenzado diciendo que tenía 6 años cuando empezó mi etapa pesquera. Desde los 6 hasta los 10 estuve observando siempre el comportamiento de los peces. Uno que se escapaba, otro que no picaba, las mejores horas de la pesca... por supuesto, no me sometía a un estudio original porque era un crío, pero ya me las apañaba para ver la reacción de los peces, claro, las aguas del río bajaban limpias y transparentes y cuando no picaban me deleitaba viendo que hacían los peces, me subía a una pradera o a un árbol, un metro o parecido, y eran tantos los peces que había que grandes "bandadas" de estos navegaban al son de los primeros, eso sí, primera observación, "cada oveja con su pareja", es decir: bandada de barbos, bandada de escallos, de bogas... pero la trucha no hacía "migas" con los demás. La trucha en solitario, a no ser que fueran todos en direcciones distintas por medio de una espantada general. Entonces se mezclaban unos con otros.

Tenía una caña que era una vara de unos 3 o 4 metros. Una vara cortada o cogida de las huertas, procurando que estuviera derecha más o menos salvando los nudos. Un corcho DE UNA BOTELLA dando la forma que tienen los que venden, un metro o algo más de cuerda y el resto de tanza. Digo esto porque no tenía dinero para comprar una caña de bambú y un carrete, así que, con elementos rudimentarios, me iba a pescar... ¡Y pescaba!, ya lo creo que pescaba. llevaba varios anzuelos (estos había que comprarlos) dos o tres corchos, cuerda y tanza de repuesto, aunque si el anzuelo quedaba atrapado en una roca o un canto grande, me desnudaba, me metía en el río (ya sabía nadar) y con las manos o el pie soltaba el anzuelo, ¡cómo para perder un anzuelo! El río de mi pueblo tenía muchas truchas, pero abundaban más los barbos, y resto de peces. De tal forma que cuando tirabas la cuerda, la tanza y el anzuelo en una corriente donde sabías que había truchas, y las había, pero no muchas, los primeros que se asomaban para ver lo que había caído eran las bogas, los escallos y los barbos que eran más numerosos que las truchas, y claro, llegaba antes un pez que la trucha, y por consiguiente, picaba una boga o un escallo; o un barbo. y la trucha se quedaba sin "alimento", solo si eras hábil sacabas alguna. Todos los días por la mañana, siempre llevaba una o dos truchas, pero la truchera iba llena de otros peces... Y yo me divertía. Decir que pescaba con cebo natural, especialmente con moscas de primavera o gusarapas... Continuará.

Ángel