Queridas amigas: ...

¡AY, AY, AY...... CIU quejándose de lo pequeño que era su pueblo!, Mucho más grande que el mío, de verdad.

Yo también recuerdo esos juegos infantiles, pero de todos, de todos, el juego de LOS ALFILERES. Pues resulta que escondíamos en el puño un determinado número de alfileres y decíamos: AL MEMBRUÑO, ABRE EL PUÑO.... y la contraria debía adivinar; sí acertaba todo para élla y si no, pagaba la diferencia. Los alfileres los guardábamos en aquellos pequeños frascos de penicilina con tapón de goma.

Otro juego muy divertido era el escondite y el lugar preferido las bodegas que para eso somos de TIERRA del VINO. Pienso que aquí casi nos jugábamos la vida porque algunas corrían peligro de derrumbamiento; sí nuestros padres supieran nuestros lugares de juegos se hubieran asustado,ó acaso no..... porque los niños en los pueblos siempre han jugado a lo mismo.

Sin mencionar las vaquillas de los prados, muchos niños las toreaban cuando salían de la escuela y sus padres los mandaban a recoger el ganado, menos mal que bravas muy bravas no eran, pero imponían.

¿Y el juego de pelota?. CIU, nuestros pelotaris eran famosos en todas las comarcas, incluso traspasaron fronteras autonómicas (aunque en aquellos tiempos no existían las autonomías, se llamaban regiones), llegaron a jugar hasta en el extranjero, BUENO, FRANCIA Y PORTUGAL que las teníamos más a mano.

Otro día os cuento más. FELIZ TARDE. ¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHH, una buena noticia: mi hijo ya pesa 70 kilos y todos los cultivos han salido negativos!.

Queridas amigas:
no podéis imaginar lo útiles que me siguen siendo los juegos infantiles que aprendí en mi preciosa plaza. Mi tacita querida. Y siempre, esto no es de ahora.

No tenéis ni idea de lo que ha sido convivir con las harpías.

Todo el rato disfrazándome de niña para jugar con mis niños, pues las harpías no querían que sus hijos se mezclasen con los míos.
Si solo tenías uno, y encima eras de fuera, decían para sí, jódete y baila. O ten más hijos.

Pues no, a mi me era mucho más fácil volverme niña y enseñarles todos los juegos que aprendí cuando salía a la plaza y todo invitaba al juego, al sueño, a otros mundos desconocidos, en los que las harpías nos perseguían por todas partes. Y nunca consiguieron darnos alcance, ni a mi, ni a mis amigas. Teníamos bancos que hacían de casas.
Y las harpías nos envidiaban porque ellas no eran, ni tan hábiles, ni tan listas, ni tan rápidas, ni tenían tantas amigas como nosotras.

Ayer, después de tanto tiempo, volví a verlas; pero sólo por simple curiosidad volví sobre mis pasos, a ver que tramaban esa vez.
Si les preguntas, nunca saben nada, son extraterrestes camufladas. Lo más habitual en ellas es que las oigas decir que no se enteran de nada, que cuánto tiempo hace que no ven el cartel de anuncios, etc..

-Lo siento, majas, pero he vuelto sobre mis pasos y no me voy a ir sin saber qué se cuece aquí.

- ¿A quien esperáis?- Muda, sorprendentemente muda como si la extraterrestre fuera yo.

-Que te he dicho que a quien esperáis, pero parece que no me has oído. - Y ella se sienta en un banco y se ve que no está por la labor de decirme nada. Mira estúpidamente hacia otro lado y se queda más ancha que larga.

Pero otra sí dice, porque quiere saber, y sabe que si ella no habla, yo tampoco. Es más lista y está picada de curiosidad en saber porqué me he borrado de algún sitio. Y sí, yo soy distinta, no tengo pelos en la lengua, no me gusta crear falsos entendidos. Yo tan clara como el agua de la fuente que visitaba de niña, por placer. Y ningún inconveniente en responder a nada ni a nadie.

Y cuando lo supe, les dije, que lo paséis bien, que a mi me espera el campo y la naturaleza, que me da vida. Ya, al fin de cuentas mis hijos crecieron, todo lo sanos que podía esperar, y la verdad, como amigas, prefiero a las cabras del monte o a las ovejas de los llanos. Porque son animales, pero no harpías. Y así os va.

Un paseo formidable de mas de hora y media que llegas a casa con ganas de meren dar, pero también sano. Membrillo y queso de Burgos. Más, es que no se puede pedir en el país de las harpías.

Saludos