AQUELLOS BURROS CON LAS OREJAS TIESAS ...

AQUELLOS BURROS CON LAS OREJAS TIESAS
La Seca en aquellos años desde el 1945, al 1960. Tuvo aproximadamente más de doscientos burros, de diferentes razas, Aunque predominara la raza zamorana, Casi todos los rebaños de ovejas tuvieron burro de compañía, que además de estar todo el día con su pastor, acarreaban la leche en sus aguaderas a la quesería de la Calle de San Roque, donde en la puerta de dicho edificio se notaba la hora de entrega de dicha mercancía. Al ser bastantes burros allí descargando. Eran animales que servían de medio de transporte, ya que a Medina del Campo y otros lugares muchas personas los usaban, En la agricultura había bastantes burreros labrando las fincas, como entonces se decía. Además hubo una buena temporada de burreros, que se dedicaban a recoger los cantos de las fincas de dicho termino, para ensanchar la carretera que conduce desde Medina del Campo hasta Valladolid, Casi todos aquellos burros eran de personas de fuera de aquel territorio, que les cargaban las piedras o cantos, en aguaderas de esparto, que lo dejaban en las orillas donde la apisonadora, les daba forma de arcén. Eran algunos de estos burros muy conocidos, quizá hubo una familia de varios hermanos, que siempre iban los burros corriendo por los caminos, como si fueran “Taconeando”, otros burros sufrieron con sus dueños lo inimaginable, siendo animales sufridores, e incluso con solo paja de alimento, Hubo burros que dieron fiesta cono si fueran novillos, yo fui testigo, eran burros que echaban las orejas hacía atrás, y seguían como los toros. Además, en tiempo de tormentas sus orejas en punta se dedicaban a observan el temporal. Dicen que los burros no se dejan coger las orejas, eso es falso, yo mismo con siete años más o menos, cogía las orejas de los burros de mi abuelo y mi padre, y como si fuera un teléfono hablaba con ellos, sin pedirles permiso, y encima les acariciaba con un puñado de mielgas, que pronto se las comían, como si fuera dulce de Letuario o arrope, cosas que les encantaban, a dichos animales, que eran los mejores ratos que podían vivir,
De los mejores ratos de mi niñez e infancia, lo pase con estos animales, que mi maestro de Galicia los llamaba pollinos.
G X Cantalapiedra.