TREINTA Y SEIS HUEBOS FRITOS DE GALLINAS ...

TREINTA Y SEIS HUEBOS FRITOS DE GALLINAS
Eran fechas de primavera, y unos hombres fuertes estaban en el término municipal de La Seca, haciendo unos hoyos grandes, para poder poner unas vigas de cemento de la línea de la luz, de Medina del Campo a Valladolid. En aquellos días se hacían apuestas por la comida normal, pero ese día fue salirse de madre, y aquel hombre alto y fuerte, asumió su apuesta de comerse tres docenas de huevos de gallinas de corral, en una hora, con su pan y su vino verdejo, en el Café Bar de Recio, de la Plaza de España, el hombre aquel se metió dentro de su cuerpo esa cantidad de comida, y yo fui testigo, aunque pidió su café de cafetera, y se fue al servicio a quizá echar fuera algo de aquella comilona, Se ve que gano la apuesta, y aquel hombre paso a ser un comilón fanfarrón, que ya nadie apostaría contra él. En La Seca aquel acto resulto ser criticado, ya que días después, en el Bar de Corea, de la Calle del Cristo, un lasecano, que inmigro a Vascongadas días después, se comía por apuesta, una caja de galletas de coco, de un kilo y pico con solo vino, que termino en casa del médico, para que le aliviara del atracón, Este caso paso más inadvertido, al ser el protagonista un joven de esta tierra que supo de la emigración forzosa. Todos aquellas apuestas bajaron de tono, Las gentes comilonas dejaron de apostar, y algunos que con la bebida se pasaban, llegaron hace unos cincuenta años, hacer de La Seca, el pueblo de Valladolid, con más alcohólicos, según su medico titular me comentó en mi coche, que existía un siete por ciento de humanos de esa villa, que le daban al vino, al aguardiente, incluso al coñac y al anís. Hubo dos bandas de música en La Seca, Ruperto López. Y los Cantalapiedra, “Papatos” y una de sus músicas decía así. La Música de La Seca se compone de borrachos, empezando por Arribas y acabando por Labajo.
G X Cantalapiedra.