LOS CLAVELES, La Poesía

LOS CLAVELES

Buscando la prueba fiel
de su estirpe esclarecida,
y á su escudo otro cuartel,
yo he encontrado la partida
de bautismo del clavel.

Y sé, pues tuve en mi mano
testimonio que no yerra
y que descubre el arcano,
que el clavel nació en mi tierra,
que el clavel es sevillano.

No me causó maravilla,
pues aun de cosas mejores
se encuentra allí la semilla.

Para abolengo de flores

no hay pueblo como Sevilla.

Allí nacieron al par,
con naranjos por doseles,
nardo, rosa, lirio, azahar,
y allí tienen su solar
los opulentos claveles.

¿Cuál es su genealogía?
No hay otra más breve y llana.
Prendóse el astro del día
de esa tierra soberana
que se llama Andalucía;

de Sevilla en el vergel
perdieron los dos el seso,
y ella frágil, galán él,
dio el Sol á la Tierra un beso..
y á poco nació el clavel.

Y ya nació dando guerra,
vistoso, alegre, español,

diciendo el fuego que encierra
que fue su padre aquel Sol
y su madre aquella Tierra.

De Sevilla la sultana
son, pues, los claveles bellos:
por eso la sevillana
no puede vivir sin ellos...
¡Les tiene afecto de hermana!

Sin que ellos la barandilla
cubran con rojos caireles,
¿quien vio balcón en Sevilla?
¿Se conciben sin claveles
las blondas de la mantilla?

¿Qué sedosa cabellera
se ve que los escatime,
ni que garganta hechicera,
cuando se alza y se deprime,
no mueve un clavel siquiera?

¿Qué femenil hermosura
que jura amor á un doncel
claveles no se procura,
si hasta el labio que amor jura
parece en ella clavel?

Claveles y sevillanas
juntan siempre sus hechizos;
llévanlos mozas y ancianas;
lo mismo prenden en rizos
que se ocultan entre canas;

son corona en la cabeza,
sobre el busto tentador
llama que á encenderse empieza,
y en todas partes belleza,
gracia, fuego, vida... ¡amor!

Podrá no haber oropeles
ni acaso' pan que comer,
pero, como amigos fieles,
donde viva una mujer
habrá tiestos con claveles.

/

Ella los riega y los cría
pensando que sus cabellos
adornarán algún día,

y no hay casa en que estén ellos
sin un rayo de alegría.

Desde que abre la cancela
del fresco patio el edén
que entolda la blanca vela,
no hay casa que á ellos no huela,
no hay pecho donde no estén.

Bordan con rojos festones
patio y jardín juntamente,
se asoman á los balcones,
al par que ciñen la fuente
rebosan de los jarrones,

y cual si huyeran á miles
del toldo que los sombrea,
suben en grupos gentiles
á colgarse en los pretiles
de la encalada azotea.

Y el sol les da lozanía,
y rompen en mil botones,
y hay capullos noche y día,

y revientan de alegría...

— bien los llaman reventones —.

Más que por pura y temprana,
que Dios hace que se críe,
parece el clavel de grana
una boca fresca y sana
que está contenta y se ríe.

Ríete, flor hechicera;
tu alegre risa bendigo,
porque al mirarla creyera
que es Sevilla toda entera
la que se ríe contigo;

Sevilla, cuyos vergeles
te dan aroma y frescura
y palmas por capiteles;
la tierra de la hermosura,
{la tierra de los claveles!

JUAN ANTONIO CAVESTANY